Descolonizando el FSM: discusión crítica sobre la producción de conocimientos dentro del proceso del foro social y acerca de él

Fotografía: Bárbara Ablas/Ciranda

Traducido por Ana Souto

Introducción

El punto de inicio del taller estuvo marcado por dos preguntas clave: ¿Quién produce el conocimiento tanto dentro del proceso del foro social como acerca de él? Y, ¿para quién se produce? Desde sus inicios, el FSM ha sido concebido como un espacio para el aprendizaje mutuo y el intercambio de experiencias –es decir, para la producción de conocimiento-, y, hasta cierto punto, ha conseguido reunir gran variedad de movimientos y grupos y ha proporcionado un espacio en el que voces tradicionalmente marginadas pueden ser escuchadas. Sin embargo, el FSM también sufre sus propias jerarquías y exclusiones, que reflejan y reproducen las relaciones de poder colonial, capitalista y patriarcal que estructuran el mundo como un todo.

El taller pretendía captar la atención sobre estas jerarquías y provocar una reflexión crítica sobre las diferentes posiciones que ocupamos dentro de ellas, así como las consecuencias que tienen en la producción de conocimiento. El intencionadamente provocativo título, “Descolonizando el FSM”, fue escogido para destacar las siguientes cuestiones: el carácter eurocéntrico de gran parte del conocimiento que se genera alrededor del FSM, el dominio constante que tienen dentro del espacio del foro personas blancas de ascendencia europea y educadas bajo los principios académicos del norte, y la marginalización de conocimientos que no se corresponden con las tradiciones emancipatorias modernas.


Lea los fundamentos del taller aquí

Con el objetivo de desarrollar estos temas y estimular una reflexión colectiva crítica, se contó con las intervenciones de los siguientes invitados:

  • Janet Conway (Universidad de Brock, Canada)
  • Rose Brewer (“Gender Justice Working Group” del Foro Social de E.E.U.U)
  • Ashok Chowdhury (“National Forum of Forest People and Forest Workers & New Trade Union Initiative”, India)
  • Roma (“National Forum of Forest People and Forest Workers & Women’s Forest Rights Action Committee”, India)
  • Christian Schröder (Universidad de Hildesheim, Alemania)
  • Madhuresh Kumar (“National Alliance of Peoples’ Movements & CACIM”, India)
  • Rita Freire (Ciranda, Brazil)
  • También invitado, pero no pudo asistir: Romdhane Ben Amor (Comité Organizador del FSM 2013, Túnez)

Janet Conway comenzó su intervención destacando la diferencia entre “descolonizar el conocimiento” frente a generar conocimiento anticapitalista, del pueblo o fruto del activismo. Para Conway, “descolonización” se refiere a la condición histórica específica, global y permanente de la colonialidad. Esencial en esta condición de colonialidad es la larga historia de colonialismo europeo y el dominio de la civilización occidental surgida de la Europa moderna; una tradición que concede privilegios a los blancos y a los conocimientos que emanan de organismos de ascendencia europea.

Insistió en que el FSM es también un producto de esta civilización dominante; un producto de las tradiciones emancipatorias occidentales modernas, como el liberalismo, el socialismo, el anarquismo y el feminismo, y no menos producto de la modernidad occidental. Otros conocimientos, como los de los pueblos indígenas, sólo se escuchan y se tienen en cuenta parcialmente dentro del FSM, a pesar de que su presencia y participación son muy celebradas.

Cuando se habla de descolonizar el conocimiento dentro del FSM, Conway destaca que los participantes no indígenas, en especial los europeos y descendientes de europeos, tienen que examinar la especificidad de sus propios conocimientos e imaginario social, y aprender a darse cuenta de lo que no escuchan. Por último, en relación al conocimiento acerca del FSM, Conway destacó la importancia de la letra impresa, señalando que los conocimientos escritos en lenguas europeas dominantes son los que se consideran relevantes en la justicia global.

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Janet Conway. Fotografía: Nelson Pombo Jr/Ciranda

Rose Brewer comenzó describiendo su compleja posición como africana del Nuevo Mundo, conectada con pueblos africanos de todo el mundo, y como mujer Afro-americana de procedencia social pobre y trabajadora que luchó por ocupar un espacio dentro de la academia.

Brewer habló del importante trabajo de “Grassroots Global Justice” contra las grandes ONG y contra la exclusión de las comunidades de base del proceso del foro social. Explicó que los organizadores del Foro Social de los Estados Unidos, conscientes del legado de la supremacía blanca, el patriarcado y el capitalismo, creyeron necesario asegurar que el Foro Social de los Estados Unidos no fuese dominado por un enfoque eurocéntrico, e intentaron que las comunidades de base pobres fuesen incluidas de forma activa.

Ante la pregunta de “conocimiento para quién”, Brewer explicó el principio de la interseccionalidad procedente de la tradición feminista anticapitalista negra, – la idea de que la opresión de clases, el racismo y el sexismo están profundamente interconectados- y el desafío que este tipo de producción de conocimiento supone para las formas de pensamiento dicotómico, de “todo o nada”. Defendió que el principio de la interseccionalidad podría ayudar a descentralizar elementos tradicionales y articular un cambio social. Sin embargo, no se trata simplemente de sustituir o criticar el conocimiento eurocéntrico, sino de reorganizar los asuntos que nos ocupan y reconocer que los conocimientos de pueblos descendientes de indígenas y de africanos pueden ser muy valiosos.

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Rose Brewer. Fotografía: Nelson Pombo Jr/Ciranda

Ashok Chowdhury tomó como punto de partida las dos palabras principales del título del taller: “descolonizando” y “FSM”. Haciendo hincapié en la larga historia del colonialismo británico y sus efectos en los sistemas de conocimiento de su país, Chowdhury insistió en que no podemos hablar de descolonización sólo en el contexto de FSM. Continuó afirmando que la descolonización del conocimiento es también una parte fundamental de las luchas de los pueblos de la India –pueblos indígenas, intocables, mujeres- contra las élites nacionales de su país.

Chowdhury explicó que el FSM resultó muy importante en el contexto nacional de la India. El foro de Mumbai 2004 supuso una oportunidad única para esos pueblos que permanecen aislados en diferentes zonas del país, y que pudieron reunirse por primera vez. De esta forma, el FSM reforzó sus luchas contra las grandes corporaciones indias, contra el capitalismo y el paradigma de desarrollo, la civilización y el conocimiento dominantes.

Chowdhury no se mostró tan convencido acerca de la relevancia de las decisiones y declaraciones resultantes del FSM “oficial” a nivel internacional. Insistió en que esos son mucho menos importantes que las prácticas y procesos de producción de conocimiento en los que participan los movimientos que operan dentro del foro. Cada FSM permite nuevas formas de expresión y nuevas formas de conocimiento que contribuyen al desarrollo de un nuevo sistema de conocimiento.

Su colega Roma también se refirió a la importancia del FSM para movimientos como los de los pueblos indígenas pobres de la India. Al compartir su propia experiencia como participante en el FSM de Mumbai, con más de 4000 pueblos indígenas de los bosques y campesinos de toda India, Roma explicó cómo estas gentes percibían el FSM como una ocasión para que los pueblos de todo el mundo se reuniesen y debatiesen sobre la pobreza, los malos gobiernos y el patriarcado, los mayores problemas con los que se enfrentan día a día.

El FSM impulsó un debate entre estos movimientos y les dio fortaleza: cuando las mujeres pobres de la región de Roma volvieron a casa, establecieron un plan para la posesión de tierra que estaba bajo dominio del departamento colonial de bosques y consiguieron hacerse con 8000 hectáreas. Estos movimientos iniciaron un importante diálogo acerca de los derechos sobre la tierra y presionan al estado para que se respete la Lei de Derechos sobre los Bosques.

Los pueblos indígenas de la India y otros lugares, continuó Roma, están planteando cuestiones fundamentales sobre sus modos de vida para asegurar el futuro. No sólo hablan de una crisis financiera, sino de una crisis mundial. El FSM proporcionó un espacio para que esta discusión tuviese lugar, pero es un espacio por el que hay que luchar y del que hay que apoderarse.

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En su presentación, Christian Schröder se centró en los preparativos del foro de Túnez que había estado siguiendo durante los dos meses anteriores al acontecimiento como parte de su investigación doctoral. Su principal argumento fue que el FSM necesita reformarse a nivel local donde se organiza el evento.

Schröder expuso algunos ejemplos de movimientos sociales tunecinos que habían querido apropiarse del FSM y organizar sus propias iniciativas, pero que habían sido bloqueados por el comité de dirección local. Esto ocurrió porque el gobierno, las ONG y fundaciones internacionales tenían un interés particular en que el FSM de Túnez fuese un acontecimiento perfectamente organizado. Hubo ejemplos positivos de grupos de comunidades de base que contribuyeron con soluciones creativas, como el grupo NOMAD que se encargó de organizar el equipo de traducción, pero habrían podido participar muchos más grupos.

Según Schröder, es necesario analizar más detenidamente el proceso de organización del foro, para que el Foro Social Mundial deje de ser percibido como un “espacio abierto” que tiene que ser logísticamente perfecto y en el que los movimientos sociales resultan marginados. El acontecimiento debería ser más bien el resultado de un proceso de aprendizaje colectivo acerca de cómo debería ser percibido el FSM. La atención debería centrarse más en los seis meses que dura el proceso, en lugar de en los cuatro días que dura el acontecimiento.

Tras estas cinco presentaciones, Marwen Tlili, un activista tunecino implicado en el proceso de organización local, intervino en la discusión afirmando que para los tunecinos, el eslogan “otro mundo es posible” se estaba convirtiendo en “otra mentira es posible”. La revolución ha ofrecido democracia y progreso al pueblo tunecino, pero para muchos no deja de ser una farsa, pues no ha producido desarrollo económico y la represión policial continúa.

El impacto del pensamiento colonial en los tunecinos y en la izquierda tunecina, como explicó Tlili, ha resultado en la imposición de un cierto modelo de sociedad civil y la idea de que Túnez debe alcanzar el mismo nivel de “progreso” que Europa, no reconociendo las ricas tradiciones árabes e islámicas del país. Destacó cómo, en contraste con foros anteriores en los que organizaciones cristianas gozaron de una importante presencia, las organizaciones islámicas se han visto excluidas porque no caben dentro de la estrecha definición de sociedad civil como secular y racional.

En un país en que la revolución no ha finalizado en absoluto, el FSM empleó enormes esfuerzos y gran cantidad de recursos para construir un modelo de sociedad civil que quizá no sea adecuado para Túnez. Muchos jóvenes querían implicarse, pero fueron relegados a tareas administrativas despolitizadas. El FSM no es una conspiración, pero mucha gente ha sido desmovilizada. Según Tlili, esto es un problema de imaginario: “¿cómo podemos pensar en organizar acciones colectivas si nosotros mismos dejamos que nos colonice una forma particular de organizar la sociedad civil?”

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Discusión general

Tras las intervenciones, los participantes del taller se dividieron en pequeños grupos para hablar durante unos minutos. A continuación, se produjo una animada discusión plenaria en la que surgieron varias cuestiones. Un participante criticó la estructura del taller, destacando el papel prioritario dado a los “expertos” y afirmando que “no se puede descolonizar el FSM utilizando los métodos del colonizador”. Otra participante lo rebatió diciendo que apreciaba las intervenciones de personas que habían reflexionado sobre la descolonización del conocimiento y que tenían algo que aportar al respecto. Alguien más sugirió que los debates de los talleres deberían tener una presencia más equilibrada entre participantes académicos o “expertos”, y representantes de grupos comunitarios.

Una cuestión que varios participantes sacaron a relucir durante el debate fue el tema del dinero y los recursos. La organización de talleres es cara y sólo algunos tienen los recursos necesarios para viajar al FSM. En concreto, sugirieron que las grandes ONG que participan en el foro deberían donar una cantidad equivalente a sus gastos de desplazamiento para financiar los viajes de quienes no puedan permitírselo. También apuntaron al idioma como una barrera clave para la participación igualitaria. Como expresó una de las participantes, “hay personas que no están presentes en este debate porque estamos hablando en inglés”.

Durante el debate general, dos invitados más, Madhuresh Kumar y Rita Freire, realizaron breves intervenciones. Kumar habló sobre uno de los eslóganes usados por los movimientos de los pueblos indios: “todos somos uno”. Dijo: “Aquí, en este taller, también escuchamos que somos diferentes”. Tenemos que vivir con la diversidad del mundo, pero la pregunta es cómo avanzar. Un problema fundamental, según Kumar, es la forma en que la mayoría de la gente ve el FSM, como un organismo que proporciona servicios. En lugar de contribuir a construir el espacio del foro, muchos de los que visitan el FSM se quejan del estado de las infraestructuras y no prestan atención a los esfuerzos de la gente que trabaja para asegurar el funcionamiento del mismo.

El FSM es importante para el lugar en el que se organiza y, como visitantes, tenemos la responsabilidad de observar, escuchar y hacer un esfuerzo por entender lo que nos podemos llevar de vuelta a nuestros países acerca la situación del país en el que se celebra. La producción de conocimiento real ocurre cuando la gente vuelve a sus lugares de origen y comparte lo que ha aprendido en el FSM, por lo tanto, todos tenemos que vernos como productores de conocimiento.

Rita Freire habló sobre la práctica de la comunicación compartida que han ido desarrollando varias redes de comunicadores dentro del proceso del FSM. “La comunicación compartida no es un método que yo pueda enseñar”, destacó, “es un esfuerzo por hablar directamente con la gente que está inmersa en sus luchas. No se trata de hablar sobre ellos, sino de pedirles que hablen con nosotros”. Desde sus inicios, el principio fundamental de Ciranda ha sido que los movimientos necesitan llevar a cabo su propia comunicación.

Como ejemplo, Freire habló sobre cómo el movimiento del pueblo negro de Brasil se implicó en Ciranda. En lugar de pedirle a Ciranda que proporcionase cobertura mediática sobre la situación de la gente que vive en favelas, los activistas Afro-brasileños organizaron su propia cobertura de la primera conferencia de intelectuales negros de Brasil. Freire también se refirió a los pueblos indígenas, que, gracias a sus propios esfuerzos por comunicarse, han cambiado profundamente la visión de la izquierda brasileña sobre el medio ambiente.

Freire terminó regresando al tema de los recursos; explicó que un grupo de activistas Afro-brasileños vinculados a Ciranda no habían podido viajar a Túnez debido a la falta de recursos. Recalcó que todos tenemos la responsabilidad de reflexionar sobre el criterio a seguir para la distribución de recursos, así como de compartir lo que hemos aprendido en el FSM con aquellos que no han podido estar presentes.

El debate terminó con una contribución de Mikael Böok, de la NIGD (Red del Instituto para la Democratización global) de Finlandia, que destacó la importancia de documentar las actividades que se realizan en los eventos del foro, afirmando que el FSM debería convertirse en una especie de biblioteca de actividades.

Este informe es una pequeña contribución a la documentación de los debates sobre la descolonización del conocimiento dentro, acerca y más allá del FSM. Por favor, participen en los debates y ayuden a compartir el conocimiento producido durante el taller.

El taller ha sido impulsado por Hilde Stephansen, del Centro de Estudios sobre Medios Globales y Democracia de Goldsmiths, Universidad de Londres. Es resultado de la colaboración entre Ciranda, el Centro de Estudios sobre Medios Globales y Democracia, CACIM, Universidad de Hildesheim y NIGD.

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