GAZA, may (IPS) – “He aprendido en Internet la mayor parte de lo que sé sobre edición de fotos y diseño gráfico”, dijo Emad, un cineasta palestino de 27 años. Esto se ha vuelto habitual en Gaza.
“Este programa de edición de vídeo no está disponible aquí”, explicó, sonriendo victorioso mientras terminaba de bajar su última versión.
“Y aunque lo estuviera, yo no podría pagar 600 dólares por él, ni siquiera si trabajara durante dos meses. Pero lo necesito para mi trabajo, así que busqué una versión gratuita en Internet”, agregó.
Aislados bajo un sitio que Israel impuso a Gaza poco después de que Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) resultó electo en 2006, y que se intensificó a mediados de 2007, los palestinos de la franja sufren los efectos de esta alienación en todos los aspectos de sus vidas.
La economía ha quedado devastada, tanto por el prolongado sitio como por la guerra que entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009 Israel llevó a cabo contra la franja, tras la cual el desempleo llegó a cerca de 60 por ciento.
Aparte de negar a los gazatíes una gran cantidad de los elementos más básicos de uso cotidiano, así como materiales vitales para la reconstrucción, el sector de la salud y escuelas y universidades, el sitio implica una agresión psicológica que impacta fuertemente en los sueños y esperanzas de los gazatíes.
“En varias ocasiones intenté abandonar Gaza, para estudiar y para participar en talleres en el exterior. Pero aunque consiguiera visas e invitaciones, las fronteras cerradas de Israel y Egipto me impidieron partir”, relató Majed, de 24 años.
A Hatem le ocurrió algo parecido. Obtuvo varias becas para estudiar en Estados Unidos y Europa, pero las perdió todas por culpa del sitio.
Pero pese a todos los obstáculos, los palestinos continúan buscando maneras de educarse, además de sentirse conectados con el resto del mundo.
“Internet es lo más útil en este momento. Por ejemplo, me gustaría estudiar iluminación en la universidad, pero eso no es posible. Ese tipo de programas para cine y fotografía no están disponibles en Gaza. Y como no puedo irme, las busco en la red de redes”, dijo Emad.
En la franja prácticamente no hay mercado para lo que ofrecen artistas y músicos. Lo mismo sucede con los cineastas independientes.
Gracias a Internet, “alguien en el mundo puede ver mis fotografías, diseños o vídeos y contactarme por ellos. Pero para mí lo más importante es enviar constantemente un mensaje sobre la realidad de Palestina, ya sea sobre las vidas de los niños o sobre la guerra, o sobre el sitio”, planteó Emad.
Mahdi Zanoon trabaja como voluntario y realiza filmaciones para una organización de Beit Hanoun, en el norte de Gaza. Pero cuando no está trabajando también ansía el contacto con el mundo exterior.
“Converso por chat con amigos en otras partes de Palestina y en otros países. Es una pequeña vía de escape, cuando siempre nos sentimos asfixiados”, dijo.
Al negársele la oportunidad de salir de Gaza para visitar familiares que residen fuera de la franja, Internet cumple otro rol vital. Llamarlos telefónicamente resulta demasiado caro, “pero usando Skype (programa para realizar llamadas por Internet) o un programa de mensajería puedo mantenerme en contacto” con ellos, explicó.
Activistas y organizaciones educativas también aprovechan al máximo las posibilidades que brinda la tecnología. Videoconferencias satelitales y las comunicaciones por Skype permiten a los estudiantes de Gaza conectarse con universidades de fuera de ese territorio que trabajan para romper el sitio en materia de educación.
Pero para muchos gazatíes, Internet y la televisión son menos una cuestión de política y academia que de matar el tiempo. En un territorio donde el tiempo es lo único que abunda, la falta de trabajo y actividades de ocio hacen que cada vez más personas naveguen por la autopista de la información o miren la pantalla chica.
Las telenovelas turcas han ganado una vasta audiencia en Gaza. “Me gusta ver algo diferente. Sus ropas, sus costumbres, sus entornos. Cuando se corta la electricidad, me pongo muy ansioso porque me pierdo un episodio”, relató Um Fadi.
Esos programas brindan una posibilidad de escapar de la realidad cotidiana que se vive en la franja palestina, donde muchos sienten que mañana no será diferente de hoy o de ayer.
“Nada cambia, todos los días son iguales. No hay trabajo, no hay libertad, no hay nada para hacer”, resumió Mohammad.