Sergio Ferrari
Entre el 27 de enero y el primero de febrero del 2009 se realizará una nueva edición del Foro Social Mundial (FSM). En esta ocasión, en Belém de Pará, emblemática entrada de la Amazonia brasileña. Desde su creación en 2001, el FSM se ha convertido en un espacio de articulación de las principales redes y movimientos sociales a nivel planetario. La edición de Belén estará marcada por un doble desafío. No sólo limitarse al diagnóstico de una crisis que ya nadie discute. Sino también acelerar la proposición de las alternativas a la misma. “Debemos apostar a la imaginación”, subraya en esta entrevista exclusiva Antonio Martins, periodista y militante social, uno de los promotores del nacimiento del FSM. Fundador de ATTAC Brasil; miembro del equipo organizador de los primeros foros; actual director de la versión brasilera de Le Monde Diplomatique en Internet, Martins integra también el Consejo Internacional del FSM, es decir el
espacio facilitador del FSM.
P: Un nuevo Foro Social Mundial, esta vez en Belém de Pará. ¿Qué de nuevo puede aportar un escenario particularmente “provincial” del interior de Brasil a la reflexión más globalizada, altermundialista?
R: Le elección de Belén se hizo en mayo del 2007 durante una sesión del Consejo Internacional realizada en Berlín. Jugaron en la designación de lugar, dos factores. El primero – aunque no el principal- fue la vuelta a Brasil para recuperar visibilidad internacional. Hay que recordar que en 2006 se hicieron tres foros descentralizados en Malí, Venezuela y Pakistán. En 2007 se convocó en Nairobi, Kenya. Y en el 2008, se promovieron una gran cantidad de iniciativas y actividades en muchos lugares. Pero todo fue menos impactante que los foros anteriores, realizados entre 2001 y 2005. Cuatro veces en Porto Alegre, y la quinta, en 2005, en Mumbai. Entonces, se apuesta en 2009 a asegurar de nuevo la gran participación social que se dio en las primeras cinco ediciones y transmitir la energía movilizadora que se protagonizó en las mismas. Por otra parte, al designar a Belém, se apostó a que en Brasil, ciertas ideas clave como horizontalidad, diversidad, múltiples protagonismos están ya bastante enraizadas y que no hay que temer problemas de competencias partidistas o bien de falta de transparencia entre quien organiza y quien financia el Foro.
Sin embargo, estoy persuadido que el factor decisivo para designar a Belém esta ligado al valor simbólico de realizar un encuentro mundial en la Amazonia. Una región bajo presión constante de las fuerzas más salvajes del capitalismo: la devastación de la selva; la explotación irresponsable del medio ambiente – para responder a las *necesidades* del mercado mundial-; el asesinato de campesinos e indígenas; la presencia más activa del crimen organizado y de grandes propietarios terratenientes con más peso que el mismo Estado.
OTRA RELACION HOMBRE-NATURALEZA
P: ¿Con una presencia activa de actores y movimientos sociales?
R: En efecto. La Amazonia , expresa, al mismo tiempo, la posibilidad de establecer otra relación entre el ser humano y la naturaleza. A pesar del embate brutal del modelo económico preponderante, el 80 % de la floresta todavía está en pié. Los movimientos sociales y la sociedad civil organizada están activamente presentes, de forma capilar, en toda esa vasta región. Incluso en ciudades o pueblos pequeños es imaginable de encontrar un grupo activo de mujeres, una organización de quilombolas. La población indígena, que conserva su herencia cultural, está conquistando reservas naturales. Hay una fuerte presencia también de grupos que se relacionan con la naturaleza y con la producción de forma alternativa: cooperativas de extracción sostenible; agricultura orgánica, asentamientos campesinos, comercio justo y cambios solidarios.
En síntesis, la Amazonia es hoy un símbolo tanto de la destrucción del planeta- lo que anticipa mayores catástrofes climáticas- , como de la posibilidad de otro tipo de civilización post-capitalista. Y en ese contexto, Belém, entre todas las ciudades de la región amazónica es la que ofrece mejores condiciones de infraestructura. Y asegura también la posibilidad del acceso terrestre, lo que no pasa en Manaos (también Brasil) o Iquitos (Perú).
P: ¿No se corre el riesgo que la realidad política interna de Brasil condicione la reflexión más amplia sobre los grandes temas globales?
R: No creo. La sociedad planetaria confronta una crisis enmarañada y compleja: elementos ambientales, alimentarios, energéticos. Pienso que eso será determinante. Hay que ver si las ideas y alternativas que se construyen en la Amazonia serán escuchadas e incorporadas en otras sociedades del planeta. Ese es, para mí, el gran desafío de Belém.
¿REPETICION O NOVEDAD ?
P: Los organizadores anticiparon recientemente los ejes temáticos del FSM 2009. En cierta forma, no muy diferentes a los de los foros anteriores. ¿Cuál será el aporte principal del debate de Belém a la reflexión altermundialista global?
R: Los denominados “ejes temáticos” nunca han significado mucho en los foros sociales. Son, más que todo, una referencia. Un medio para que se reconozcan entre sí actividades ligadas a los mismos temas promovidas desde distintos lugares del mundo y por diversas organizaciones.
Pienso que el reto va más allá de los ejes temáticos predefinidos. Se trata de responder de manera concreta y efectiva a los desafíos sociales y políticos principales que se desprenden de la actual crisis económico-financiera mundial.
Digo esto por varias razones. En primer lugar, porque esta situación implicará consecuencias dramáticas a nivel de desempleo, des-estructuración productiva, ataques a los derechos sociales, deslocalización de la producción siguiendo la pauta de salarios menores. Un marco que puede significar el caldo de cultivo de nuevas formas de fascismo, chauvinismo y racismo. Y de pensar que el vecino es el responsable de tus problemas y dolencias. O de pensar que es necesario darle poder a un líder para poder enfrentar la crisis.
En segundo lugar, porque al mismo tiempo – y casi contradictoriamente a lo anteriormente descrito- se está abriendo una ventana única de oportunidades inéditas, en todo caso, al menos, desde el inicio del siglo pasado. Momento oportuno para demostrar el fracaso de los valores y las lógicas capitalistas y particularmente para proponer alternativas viables para el conjunto del planeta. La crisis ha revelado que los mercados son incapaces para regularse a sí mismos y mucho menos a las sociedades. De ahí, por ejemplo, que el Premio Noble de Economía, Joseph Stiglitz, compare la dimensión de esta crisis con la caída del Muro de Berlín para el socialismo real de los antiguos países de Europa oriental. El desarrollo de esta crisis va a desnudar otras contradicciones típicas del sistema. Entre ellas la desigualdad, en tanto fenómeno que está por detrás de producción de mercancías; o la alineación, es decir la producción y el consumo desvinculado de la conciencia…
Lo que hace más difícil aprovechar esta ventana de oportunidad es que la reconstrucción de una teoría de la emancipación y del pos-capitalismo es algo que empezó hace muy poco. Hemos aprendido mucho a partir de las convergencias en torno a los Foros Sociales Mundiales. Sabemos, por ejemplo, que es posible hacer florecer semillas de pos-capitalismo aun bajo la hegemonía del sistema; que es posible cultivar lógicas alternativas; que es imprescindible articular miles de acciones transformadoras -aunque a veces muy locales y por momentos ingenuas- y convertirlas en acciones de carácter mundial y potente; que son múltiples los sujetos sociales que pueden participar en este esfuerzo. La pregunta clave es: ¿hemos logrado ya aglutinar una masa crítica capaz de multiplicar tanto nuestras acciones como nuestras respuestas a la crisis?
ALTERMUNDIALISMO RENOVADO
P: No son pocas las voces que catalogan a los foros sociales como espacios agotados. Especialmente luego de experiencias “débiles” como el último Foro Social Europeo que se realizó en septiembre en Malmö, Suecia. ¿Cuál es su propia visión?
R: Mi impresión es totalmente diferente. No constato un agotamiento de los foros y del altermundialismo. Ese término es utilizado, en general, por aquéllos que apostaban a que el FSM se convirtiera en una especie de V Internacional. Un grupo de intelectuales lanzaron en el 2005 en Porto Alegre un Manifiesto y la Declaración de Bamako en 2006. Proponían que, para ganar en eficacia, los foros debían reducir un poco su diversidad y concentrarse en un número menor de temas, para ser supuestamente capaces de desencadenar acciones verdaderamente anti-sistémicas. Y proponían transferir el eje de la lucha por las transformaciones a una serie de gobiernos progresistas, como el de Chávez en Venezuela. Como esta concepción no prosperó en los foros, entonces lanzaron la tesis del “agotamiento” y de la necesidad ya de un “post-altermundialismo”.
Aunque respeto y admiro mucho a algunos de los partidarios de este punto de vista, creo que no terminaron de comprender ciertas características novedosas de los Foros y por eso intentan reproducir, en una nueva realidad, ciertas viejas fórmulas.
La nueva cultura política que surge en los Foros Sociales no reconoce la centralidad de la toma del poder institucional para los cambios. Ni tampoco la representación, es decir la posibilidad de expresar nuestros propios deseos de nuevos proyectos, transfiriéndola a un partido político -sea por el voto o por la insurrección.
La gente que llega a los Foros es, principalmente, la que cree necesario hacer política los 365 días del año, aunque sea por acciones localizadas y pequeñas. La que se orienta en su práctica cotidiana por valores como la igualdad – no en le homogeneidad sino en la diversidad. La que no acepta relaciones jerárquicas, que ambiciona una nueva actitud hacia la naturaleza… Y para tales ideas gana apoyo creciente en la opinión pública.
EL DEFICIT DEL ALTERMUNDIALISMO
P: ¿Su marcado optimismo reconoce deficiencias y debilidades en este proceso?
R: Claro. Creo que estamos retrasados en una tarea imprescindible. Si creemos en esos caminos nuevos debemos poder articular la fuerza para obtener esos cambios. Es decir, poder desencadenar campañas, acciones, más significativas. Y, por ejemplo, si decimos que son muy valiosas todas las acciones locales de producción orgánica de alimentos, hay que luchar al mismo tiempo por nuevas reglas de comercio internacional. Y esa articulación de las acciones locales para lograr campañas de efecto más global, necesita teoría. Si seguimos repitiendo y no dedicamos el esfuerzo para proponer acciones más osadas, el sector de las sociedades que está abierto y receptivo a nuestros valores puede decepcionarse. Y ahí está, a mi entender, la causa de algunos foros sociales debilitados.
P: Si volvemos a la crisis actual, ¿hasta que punto el diagnóstico de lo que está pasando puede prevalecer, en Belém, sobre , justamente, ese intento de encontrar propuestas más osadas, de más impacto?
R: Paradójicamente, si pudiera escoger, creo que sería mejor que la crisis llegara un poco más tarde. Y que los movimientos sociales tuvieran un poco más de experiencias en nuevas formas de transformación social. Pero se trata, de hecho, de una hipótesis absurda. La crisis está aquí, hoy. Entonces la construcción de alternativas hay que hacerla ahora, correspondiente con la velocidad y la profundidad de la crisis. ¿Lo lograremos? No sé. Pero lo tenemos que intentar.
PROPUESTAS IMAGINATIVAS
P: ¿Cómo habría que intentarlo? ¿Por dónde ir?
R: El camino es apostar a la imaginación. Lo que implica dos ideas principales. Primero, tenemos que superar ahora mucho más rápidamente, una cultura política que priorizaba la denuncia, porque dejaba la construcción de nuevas relaciones sociales para después del día *iluminado* en que conquistaríamos el poder. Una postura de esta naturaleza es particularmente trágica en tiempos de crisis, cuando la gente, muchas veces desesperada, necesita más que nunca respuestas concretas. Y si no le ofrecemos esas respuestas o nos limitamos simplemente a la denuncia del sistema, sin sugerir una salida, se puede correr el riesgo incluso que la gente busque alternativas en posiciones simplistas de ultra-derecha.
Segundo, el muro ideológico que prohibía la búsqueda de nuevos caminos cayó en pedazos. Sólo en Estados Unidos se han invertido hasta ahora 5 billones de dólares (cinco millones de millones) para evitar la quiebra del sistema financiero. Realidad que desmiente, por si sola, la idea según la cual los Estados “sólo gastan lo que recaudan”. ¡No! El Estado, el único emisor actual de dinero también redistribuye (o reconcentra) la riqueza por medio de intervenciones fiscales y monetarias.
Tenemos entonces el derecho de preguntarnos: ¿Si es posible destinar 5 billones para salvar los bancos, porqué no una cantidad similar para asegurar una vida digna para todos? Representaría unos 770 dólares para cada habitante del planeta o 2.1 dólares al día sobre una base anual.
Esto en un mundo donde, según el Banco Mundial, 2.7 mil millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares por día y 1.1 mil millones con menos de 1 dólar por día.
Podemos cuestionar también: ¿por qué no destinar esos 5 billones en todo el mundo, para infraestructura y servicios públicos? Y debemos tomar la iniciativa y demostrar, con datos de las Naciones Unidas, que estos recursos serían suficientes, por ejemplo, para reducir el hambre en el planeta; para disminuir significativamente el contagio o las muertes provocadas por pandemias y enfermedades como el SIDA o la diarrea; para preservar los bosques; para asegurar la educación básica universal; para promover el acceso público a Internet; para promover la construcción de centrales de energía eólica etc.
De ahí que podemos pasar a propuestas muy concretas. Por ejemplo la fórmula 1+1+1. O sea, que por cada centavo utilizado para salvar el sistema financiero, los gobiernos deberían invertir, también, un centavo para infraestructura y servicios públicos y un centavo para programas de re-distribución de ingreso, todo a escala mundial.
Y para articular respuestas así, el espacio Foro Social Mundial no sólo es una necesidad sino una oportunidad. De ahí el desafío enorme del FSM de Belém de Pará.