Para Graça Machel, presidenta del Consejo de la Campaña para Acabar con el Sida
Pediátrico (CEPA), la desigualdad agrava el problema.
“Un niño nacido en un país industrializado tiene todas las chances de gozar una
vida completa, saludable y larga”, afirmó en una conferencia de prensa de la CEPA
este viernes. “En África y Asia, hay mucho menos posibilidades”.
Machel y otros miembros africanos del Consejo de la CEPA se refirieron a las dificultades
para detener el contagio del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) entre
niños y niñas del continente. Los menores de edad africanos representan 90 por ciento
de la población infantil que nace con el VIH.
Aunque el financiamiento sigue siendo un tema clave, los expertos están preocupados
por la falta de voluntad política para cumplir con la Declaración de Abuja, acuerdo
firmado por las naciones de la Unión Africana para destinar 15 por ciento de sus
presupuestos en la mejora de los sistemas de salud. Hasta ahora, sólo seis países
africanos han cumplido con ese compromiso, según la CEPA.
Machel sostuvo que los problemas fundamentales para frenar el virus son sistémicos.
“Creo que necesitamos cambiar el orden de prioridades. Necesitamos resolver el problema
del sistema de salud”, dijo.
Avertino Barreto, miembro del Consejo de la CEPA y actual subdirector nacional de
salud en Mozambique, sostuvo que, aunque su gobierno había adoptado un programa
de distribución de antirretrovirales, no logró desarrollar una cadena de suministro
capaz de proveer las drogas a quienes más las necesitaban.
“Mozambique tiene una mala cadena de suministro, y nuestro presupuesto de salud
está lejos de 15 por ciento”, admitió Barreto. “No hay necesidad de que la gente
viaje tan largas distancias para tomar las medicinas”.
Las naciones deben recordar que la lucha contra la enfermedad ahorrará dinero en
el largo plazo, subrayó Peter Mugyenyi, especialista en VIH/Sida e integrante del
Consejo de la CEPA. Combatir el sida no es una iniciativa que “gaste dinero, sino
que ahorra grandes cantidades de recursos”, sostuvo.
Cuando faltan solamente cinco años para que venza el plazo de los Objetivos de Desarrollo
de la Organización de las Naciones Unidas para el Milenio, los progresos han sido
modestos, evaluó Machel, pero opinó que no había motivos para renunciar. “No podemos
prometer que haremos esto y dentro de cinco años decir que no lo logramos”, afirmó.
Frente a los inadecuados sistemas de salud en muchos países africanos, la consejera
regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) sobre prevención
de la transmisión de madre a hijo, Dorothy Mbori-Ngacha, consideró importante que
las comunidades locales jugaran un papel activo, promoviendo la toma de medicamentos.
“Tenemos que asociarnos con madres, padres y la comunidad toda”, afirmó. “Cuando
un sistema de salud no es efectivo, la comunidad es fundamental”.
Otro obstáculo para que las madres tomen sus medicamentos es el estigma social,
dijo Mugyenyi. La educación y las comunidades son clave para poner fin al estigma
del VIH/Sida, sostuvo. “Uno de los motivadores del estigma es el temor a la muerte.
Cuando la gente sepa que la tasa de fallecimientos se puede reducir, disminuirá
el estigma”, aseguró.
Otros importantes actores en la lucha contra el virus son las organizaciones de
la sociedad civil, que abren caminos de acceso a las comunidades, opinó Mbori-Ngacha.
“Ahora sabemos qué hacer para poner fin al sida pediátrico”, dijo Mbori-Ngacha.
“A menos que apoyemos a la sociedad civil, vamos a fracasar”, alertó.
Pero, para Mugyenyi, hay una razón para ser optimista: por primera vez en la historia,
los últimos avances en medicina preventiva hacen posible que una futura generación
quede libre del VIH/Sida. “Antes no existía esa posibilidad”, señaló.