Compañeros, todos, todas:
Me es grato saludarles y me apena lo difícil que esto representa para
ustedes. Su actitud valiente y solidaria nos enseña su verdadera
convicción ante la desgracia de represiòn y muerte que siembran
quienes defienden intereses mezquinos, que a costa del sufrimiento del
pueblo, con el descaro mas perverso, cobarde y ruin, tratan de
silenciar a quienes han dicho “basta!” y no están dispuestos a la
resignación aún a pesar de que el costo sea la misma vida.
A ustedes compañeras y compañeros que con sus actos de valor y entrega
total nos descifran el heroísmo que encierra la consigna que surge de
sus corazones, invadiendo los espacios mas recónditos de nuestro ser,
permaneciendo como un sol, destellando esperanza y dignidad que
retumban como un trueno “¡no están solos!, ¿están solos? ¡no!, ¡solos
no están!”
No solo los escuchamos: Están junto a nosotros. Los sentimos en el
viento que nos lleva su voz de aliento y en la luz que alumbra
nuestras noches; en los días que pasan lentamente, que endurecen
nuestro espíritu y estremecen el corazón que a fuerza de golpes se ha
forjado y brilla aún más que como un metal. Lo comprueba el fuego. Se
inflama de alegría y gratitud.
A ustedes quienes nos convidan de su fe que nace en el sacrificio y la
adversidad. A ustedes que con sus desvelos escriben en el infinito los
sueños más hermosos. Sueños que nuestros abuelos han forjado en la
fragua de mil batallas de siglos rojos y de silencio y que mañana
despertarán en la alegría de nuestros nietos.
Que beberán del néctar y la miel que ayer y hoy guardamos para los que
vienen y abrirán un mañana lleno de luz y armonías para todos. Pues
las espinas preceden a la flor que iluminará sus miradas extasiadas de
paz y esperanza. ¡Los males de un pueblo no pueden curarse con
palabras, ni con buenas intenciones, nos reclaman sacrificios! ¡Deje
de creer que a los golpes se deba responder con una bendición!
Creo que responder es inevitable, la humillación y el dolor nos lo
enseñaron dejando tras de sí su cortejo de atrocidades e infamias.
¡Los barrotes de mi prisión no nos han separado de mi pueblo. Su
corazón late al unísono, junto al mío!
¡A ustedes nuestra gratitud y admiración! Por permitirnos mirar en sus
ojos la mirada de otros. Por alentar la fe en nuestros corazones. Por
dibujar en el cielo, con luz de estrellas, rojos corazones. ¡De
aquellos muy rebeldes, de aquellos que hacen revoluciones! ¿Qué mas
miedo pueden infundir a nuestras almas? ¿Qué mas dolor a nuestras
carnes quieren dar si ya no quedan espacios por lastimar? Heridas en
las heridas, grilletes, encierros, persecución y muerte…
¡Aguantamos, resistimos, y jamás nos resignamos! ¡Aquí nos damos
cuenta que vivimos un periodo de la historia de nuestro país en el que
el destino personal no cuenta, por que el destino de todo un Pueblo
está en juego! ¡La libertad no es privilegio de quienes aprisionan
nuestras carnes! ¡Es el milagro de quienes anidan y paren en sus
corazones amor por los demás! ¡Esgrimiendo en su voz, en sus puños,
las banderas de ayer y de hoy, de luz y sueños!
¡Mirada y resistir resueltos al reto infame de la bestia negra! ¡El
puño al vuelo y el corazón valiente! ¡Que un nuevo amanecer nos llama
más allá del ayer, más allá del hoy, más allá de la misma muerte! ¡A
ustedes hermanos y hermanas gracias! ¡Por enseñarnos a cultivar la fe
en esas noches frías y sus cantos, como los gallos, hacen salir al
sol! ¡Antes de correr la vergüenza de no pelear! ¡Sólo el pueblo salva
al pueblo! ¡El pueblo vive, la resistencia sigue!
¡Quien los quiere por siempre, y no se rendirá jamás, su hermano!
Nacho. Si ustedes son felices yo tambien lo soy•