Foto: F. Espinoza
Mientras en nombre de la lucha contra el terrorismo, cientos de miles de personas han muerto en Irak y Afganistán, y otras -arbitrariamente detenidas- son torturadas en Abu Ghraib y Guantánamo, el gobierno de los Estados Unidos protege al más notorio terrorista del hemisferio occidental, trata de engañar a la opinión pública con interminables maniobras pseudolegales y se niega a juzgarlo por sus verdaderos crímenes.
Luis Posada Carriles fue acusado y sometido a un juicio inconcluso en Venezuela por el atentado en 1976 contra un avión civil donde murieron setenta y tres personas. Luego de escapar de cárceles venezolanas, en 1982, trabajó al servicio de la CIA para la operación conocida como Irán-Contra y en la implementación del genocida Plan Cóndor. Preparó después, en 1997, una serie de actos terroristas contra hoteles habaneros -en uno de ellos perdió la vida el joven turista italiano Fabio Di Celmo– y, en 2000, el proyecto de atentado contra el presidente Fidel Castro en la Universidad de Panamá.
En marzo de 2005 Posada Carriles entró ilegalmente a Estados Unidos. Sólo después de reiteradas denuncias públicas que revelaban la presencia de este criminal en su territorio, el gobierno de George W. Bush procedió a su detención y encausamiento por delitos migratorios y de falso testimonio, sin la menor alusión al terrorismo.
Con el tratamiento otorgado a Posada Carriles, las autoridades norteamericanas, presionadas por los grupos extremistas cubanos del sur de la Florida, han puesto en absoluta evidencia la doble moral de su guerra contra el terrorismo en nombre de la cual torturan, secuestran y bombardean. Al mismo tiempo, como han denunciado numerosos foros internacionales e instituciones de Naciones Unidas, cinco activistas antiterroristas cubanos permanecen injustamente encarcelados en los Estados Unidos, sometidos junto a sus familiares a un trato cruel y discriminatorio.
Todas las personas honestas que en el mundo alzan su voz contra la guerra y contra el terrorismo tienen ante sí una prueba irrefutable de la carencia de ética en que basa su actuación la actual administración de Washington. Los abajo firmantes exigimos que el gobierno de los Estados Unidos, en cumplimiento de sus obligaciones internacionales, encause a Luis Posada Carriles por todos sus crímenes o atienda la solicitud de extradición que ha hecho Venezuela y que no ha recibido hasta ahora respuesta alguna.