Oaxaca está en la mira del mundo desde hace muchos años, por la constante violación a derechos humanos. El escenario que nos trajo aquí se construye desde las movilizaciones en 2006 cuando ocurrieron varios asesinatos de entre los que destacamos la del periodista norteamericano Brad Will. Este escenario se agrava recientemente con las muertes de Bety Cariño y Jyri Jaakkola; de líderes triquis Timoteo Alejandro y Cleriberta Castro y previo, a la jornada electoral, del presidente municipal de Santo Domingo de Morelos, Nicolás García Ambrosio, y del síndico Miguel Ángel Pérez García.
Con ello constatamos que la cultura de la violencia está enraizada en el Estado de Oaxaca y se expresa con la presencia de grupos paramilitares, de pistoleros al servicio de políticos, de porros; en la intimidación de empresas transnacionales que dividen a poblaciones como en el caso de San José del Progreso con la empresa Fortuna Silver, por mencionar algunas de muchas realidades que forman parte de una estructura de poder que viola derechos humanos de manera sistemática.
De frente a lo anterior, también reconocemos la riqueza de la diversidad cultural del pueblo de Oaxaca, de sus múltiples experiencias organizativas con gran sentido de pertenencia comunitaria que buscan autonomía, que se dignifican y crean poder popular y son un gran potencial para generar alternativas de vida digna.
De las entrevistas con académicos, activistas de movimientos sociales, ciudadanos comunes y con representantes de partidos políticos que accedieron a darnos entrevistas, confirmamos el contexto histórico de violación sistemática de derechos humanos en Oaxaca. Junto con ello, el momento electoral se presentaba como una gran oportunidad para cambiar ese contexto y realizar las transformaciones sociales y civiles democráticas de manera pacífica y sin romper la institucionalidad.
La riqueza de estrategias y organizaciones populares que encontramos nos sorprendió; y demostró que la población realmente confió en que es posible cambiar por la vía institucional y pacífica. La gente en Oaxaca acudió a las urnas enfrentando el clima de miedo que se propagó de diversas formas, incluso a través de periódicos y panfletos distribuidos de manera gratuita a la víspera y al inicio del día de la elección.
La gran participación de la población en la jornada electoral se manifestó no sólo en acudir a votar sino en organizarse y capacitarse para vigilar las urnas y el conteo de votos.
Los movimientos sociales más horizontales e independientes de partidos, se mostraron dispuestos a participar para garantizar la legitimidad de la elección y respetar la voluntad popular.
Los resultados preliminares indican que Oaxaca eligió el cambio de un régimen autoritario y una práctica criminal de gobernar. Sin embargo, es necesario dar cuenta de que la alternancia de poder por sí sola, no garantiza el cambio, como está demostrado a nivel federal. El próximo gobierno está llamado a generar condiciones para que Oaxaca camine hacia un Estado de Derecho y que se haga justicia.
El pueblo de Oaxaca y en particular, la comisión internacional de comunicación y observación de derechos humanos (COICODH) estará vigilante para que las muertes de Brad Will, Bety Cariño y Jyri Jaakkola; de los triquis, Timoteo Alejandro y Cleriberta Castro, así como del presidente municipal, Nicolás García Ambrosio y del síndico Miguel Ángel Pérez García, de Santo Domingo de Morelos, no queden impunes.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca 6 de julio de 2010
Comisión Internacional de Comunicación y Observación de Derechos Humanos, Coico DH y Educa – Servicios para una Educación Alternativa