La I Conferencia Mundial de Pueblos sobre el Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra (CMPCC), verificada entre martes y jueves en Bolivia, se situó en el justo medio entre las cumbres de la Organización de Naciones Unidas (NNUU), de Copenhague, en diciembre pasado, y de Cancún, pautada para fin de año, en un intento resuelto por revertir el cambio climático y la extinción de la especie humana y en una abierta querella al mundo industrializado y capitalista.
Al tiempo de asumir una posición proactiva y de reivindicación ante las potencias industriales, la CMPCC demandó a los países más desarrollados restaurar, en lo que reversible, la salud de la atmósfera planetaria, respetar los derechos de la Madre Tierra y las formas ancestrales de vida, comprometiéndose a reducir efectivamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
También a sufragar los costos de adaptación de los pueblos y comunidades que ya enfrentan los efectos nocivos de la crisis climática y, sobre todo, respetar el Protocolo de Kioto, lo que implica rechazar los alcances del “ilegítimo” Entendimiento de Copenhague y corregir el camino en la cita de Cancún.
“Es necesario construir un fondo de adaptación, como un fondo exclusivo para enfrentar el cambio climático, como parte de un mecanismo financiero manejado y conducido de manera soberana, transparente y equitativa por nuestros Estados”, exigió.
“Con tal propósito adoptamos el plan de acción mundial, para que en México los países desarrollados observen el Anexo Uno (del Protocolo de Kioto) respeten el marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50%”, afirma la Declaración de la I CMPCC, rotulada Acuerdo de los Pueblos (AP), suscripta al conmemorarse el primer aniversario de la Declaración del Día de la Madre Tierra, homologada por NNUU en 2009.
“La próxima conferencia sobre cambio climático a realizarse a fines de año en México debe aprobar la enmienda al protocolo de Kioto para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 al 2017 en el cual los países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas al menos de 50%, respecto al año base de 1990, sin incluir mercados de carbono u otros sistemas de desviación”, urgió.
El AP juzgó imperioso que “los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas a favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales, indígenas, originarias, campesinas” del planeta.
Al tiempo de convocar a la II edición de la CMPCC en 2011, en sede a definir, el consenso de Cochabamba advirtió, “como parte de este proceso de construcción”, que el planeta “está herido” y el futuro de la humanidad “en peligro”.
“De incrementarse el calentamiento global en más de 2 grados centígrados a lo que nos conduciría el llamado Entendimiento de Copenhague, existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20 y 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer, grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares en los Andes y en los Himalayas. Muchos Estados insulares desaparecerían y África sufriría un incremento de la temperatura de más de 3 grados centígrados”, alertó.
La ratificación del Entendimiento de Copenhague, equivale para el AP adoptado por la I CMPCC, a la caída tensional de la producción de alimentos en el mundo “con efectos catastróficos para la supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta”.
Prendió, asimismo, las alarmas ante el inminente crecimiento del “número de hambrientos en el mundo que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas”.
La Declaración, que plantó cara al Entendimiento de Copenhague, arreció sus críticas al sistema “destructivo” capitalista, propugnó y su remisión, denunció que “los países más ricos tienen una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar”.
“El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre éste, convirtiendo todo en mercancía”, deploró al pedir su abolición por un modelo histórico más armónico con la naturaleza.
“La humanidad está frente a una gran disyuntiva, continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida”, dejó en evidencia.
La Declaración postuló, como alternativa al modelo de producción propugnado por el capitalismo, y en momentos en que el planeta ha excedido en 30% su capacidad para regenerarse, la recuperación y revalorización y el fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los pueblos indígenas, “afirmados a la vivencia y propuesta de vivir bien reconociendo a la Madre Tierra como ser vivo”.
La I CMPCC que reunió a más de 40.000 representantes de indígenas y de movimientos sociales en Tiquipaya, en la jurisdicción de Cochabamba, exigió a las potencias industrializadas comprometer “metas cuantificadas de reducción de emisiones” de gas de efecto invernadero a “300 partes por millón”, lo que limitará la temperatura medio global al nivel máximo de 1 grado centígrado.
La solución a la crisis climática, insistió el documento, pasa por la homologación, en todos sus términos, del Protocolo de Kioto.
Los 38 países industrializados, principalmente EEUU, que firmaron el Convenio de Kioto, en 1997, “deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio climático”, urgió la declaración.
“Los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas a favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales, indígenas, originarias, campesinas”, machacó la CMPCC en el documento.
“Que se hagan responsables por los cientos de millones que tendrán que migrar por el cambio climático (..) que eliminen sus políticas restrictivas de migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna (..) que asuman la deuda de adaptación relacionadas a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo”, dice en un aparte la Declaración que subraya la necesidad de que “el enfoque debe ser no solamente de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa”.
El documento, leído en una multitudinaria concentración en el estadio Félix Capriles de Cochabamba, tras tres días de debates y acuerdos, pidió, puntualmente a Estados Unidos, el mayor contaminador del mundo, con 20% de las emisiones de gas nocivo totales, adscribir el Protocolo de Kioto.
“Tiene una responsabilidad significativa ante todos los pueblos del mundo (..) debe ratificar el Protocolo de Kioto y comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos de reducción de emisiones a escala de toda su economía”, subrayó.
Al tiempo de rechazar los tratados de libre comercio, la Declaración de Cochabamba exigió al mundo industrializado respeto al derecho de acceso y goce del agua que la Constitución boliviana, tomada como paradigma, consagra como derecho humano fundamental.
En estricto apego a los preceptos de la Declaración, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, llamó desde Bolivia a los movimientos sociales y organizaciones de indígenas del planeta a viajar a fines de año a México, sede de la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, para presionar por la consideración del AP.
“Creo que esta reunión (en Bolivia) debería convocar a los pueblos del mundo a Cancún (México) y los gobiernos de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y gobiernos amigos”, afirmó el mandatario venezolano que también propuso la creación de un fondo económico efectivo para facilitar el desplazamiento de los representantes sociales al balneario mexicano.
Chávez sugirió, asimismo, desconocer las competencias de NNUU y crear una alternativa si la organización no adhiere las demandas representadas desde Cochabamba.
Su colega boliviano, Evo Morales, anfitrión y promotor de la I CMPCC, amenazó, si llegara a confirmarse el extremo de que las reivindicaciones populares intercontinentales alumbradas de Cochabamba no fueran escuchadas por NNUU y las 38 potencias industriales, con radicar un juicio ante los tribunales internacionales de La Haya.
“Si en México, en diciembre de este año (NNUU) no escucha las demandas del pueblo y no respeta el Protocolo de Kioto esta nueva organización, movimiento, alianza o comité intercontinental que nace de este evento internacional sobre los derechos de la Madre Tierra deberíamos presentar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia para que esos países sepan cumplir sus compromisos (en el marco) del Protocolo de Kioto”, afirmó.