Siempre he
apoyado al pueblo judío; un pueblo que sufrió el Holocausto, la
diáspora, persecuciones, torturas y muerte, pero que tuvo
dignidad, resistió a la opresión y luchó por sus valores religiosos,
culturales y unidad del pueblo.
He señalado en forma reiterada, y sumado mi voz a muchas otras
en el mundo, que el pueblo de Israel tiene derecho a su existencia;
pero que también tiene los mismos derechos el pueblo palestino,
hoy oprimido y masacrado por el Estado de Israel.
Es doloroso tener que señalar los comportamientos aberrantes que
el Estado de Israel viene cometiendo contra el pueblo palestino,
atacando, destruyendo, oprimiendo y masacrando a la población,
mujeres, niños, jóvenes son víctimas de esas atrocidades que no
podemos callar y debemos denunciar y reclamar ¡ BASTA!
Se derribó el Muro de Berlín, pero se levantaron otros muros como
el que Israel levantó para dividir al pueblo palestino. Creyendo que
eso les da más seguridad, por el contrario genera mayor
enfrentamiento, dolor y división.
Pero los muros más difíciles de derribar son los que existen en la
mente y el corazón, los muros de la intolerancia y el odio. Los
ataques, la destrucción y muerte en Gaza y el Líbano y las
amenazas permanentes a otros pueblos, han llevado al Estado de
Israel a transformarse en un Estado terrorista, utilizando las
torturas, los ataques a la población civil donde la víctimas son
mujeres y niños. ¿Hasta cuando continuará esa política del terror?
Sabemos que no todo el pueblo de Israel está de acuerdo con la
política de destrucción y muerte llevada adelante por el gobierno
israelí, apoyado por los Estados Unidos y el silencio de los
gobiernos europeos; cómplices del horror desatado en Medio
Oriente. Están aquellos, tanto dentro de Israel y de Palestina, que
desean el diálogo, la resolución del conflicto y el respeto a la
existencia de los dos pueblos.
Eso es posible si existe la voluntad política y de los pueblos en
lograrlo, con el apoyo de la comunidad internacional.
Lamentablemente las Naciones Unidas han perdido presencia,
coraje y decisiones para poder aportar a la solución del
enfrentamiento entre los dos pueblos, situación que pone en serio
riesgo la Paz mundial. La ONU fue avasallada por las grandes
potencias y la usan cuando responden a sus intereses y no a las
necesidades de la humanidad. Es necesaria una reforma profunda
y democratizar sus estructuras y hacerlas más operativa y eficaz
en bien de los pueblos.
Es cierto que hay ataques y hechos de violencia desatados por
sectores del pueblo palestino que reclaman sus derechos. No es
a través de la violencia, que genera más violencia entre las partes,
como se resolverá el conflicto. El Mahatma Gandhi decía que si
se aplica el “ojo por ojo, terminaremos todos ciegos”.
Los gobernantes del Estado de Israel se están quedando ciegos y
arrastrando al pueblo al abismo.
Es necesario que la comunidad internacional reaccione y detenga
la locura de los gobiernos, antes que sea tarde. Pero más
necesario es que los israelitas y los palestinos reaccionen y
comprendan que no pueden seguir matándose. Los responsables
de la barbarie tienen que parar la locura en que se encuentran, sin
salida alguna. Deben hacerlo en bien de los pueblos y la
humanidad.
Buenos Aires, 14 de julio del 2006