Foto: La extensa historia de la resistencia de las mujeres en Palestina. Oren Ziv ActiveStills
La marcha del 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer es una oportunidad sin precedentes para las feministas a posicionarse contra la islamofobia y el apartheid israelí, además de apoyar la libre determinación del pueblo palestino.
El llamado a la marcha por un “feminismo al 99% ” incluye peticiones expresas de un “feminismo anti-racistas, anti-colonial”, la descolonización de las tierras palestinas y derribar los muros del apartheid, ya sean a lo largo de la frontera entre México y los Estados Unidos o en los territorios ocupados de Cisjordania.
Entre los que han apoyado el llamado, se encuentra la presa política Rasmea Odeh y Angela Davis, una conocida activista por la justicia y una firme partidaria de la causa palestina y del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel.
La plataforma de la marcha es, por lo tanto, en parte, una celebración de la historia de la mujer palestina y su papel en la lucha contra la ocupación israelí. Esa una historia muy extensa.
Este año se cumple el centenario de la Declaración Balfour. A través de ese documento, Arthur James Balfour, entonces ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña se comprometió a apoyar el establecimiento de un “Hogar Nacional Judío”, un eufemismo para un estado judío, en Palestina. (NT: Con su mentalidad y prepotencia colonialista, dando algo que no le pertenece a quien no le corresponde).
En la década de 1920, las mujeres protestaron contra el programa de colonización sionista que Balfour había respaldado.
Una conferencia mundial sobre la mujer se celebró en Jerusalén en 1929.
A raíz de ello, una delegación de 14 mujeres solicitó ver a John Chancellor, Alto Comisionado Británico para Palestina, la revocación de la Declaración Balfour y se opusieron a la represión de los militares británicos en contra de los manifestantes palestinos, el maltrato a los prisioneros y el castigo colectivo a los pueblos llevado a cabo por las autoridades británicas que en aquellos tiempos “gobernaban” Palestina.
Papel clave en la lucha
Durante la rebelión árabe de 1930 en Palestina, las mujeres recaudaron fondos y distribuyeron alimentos a los detenidos. También entregaron alimentos, armas y agua a los hombres implicados en la rebelión.
En 1948, las mujeres palestinas se enfrentaron en batallas armadas contra las fuerzas sionistas.
Las mujeres en Jaffa formaron el Zahrat al-Uqhuwan (La Margarita) poco antes de la Nakba, la expulsión masiva de los palestinos ocurrida en 1948. Esta organización entregó servicios médicos, alimentos, agua y municiones a los rebeldes palestinos.
Durante el periodo 1948-1968, las mujeres palestinas juegan un papel clave en al-Ard (La Tierra), un movimiento de resistencia finalmente suprimida por las autoridades israelíes.
Desde 1967, las mujeres palestinas han desempeñado varios papeles en las luchas para liberación de Palestina. Mujeres como Fátima Barnawi participaron en la resistencia armada.
En enero de 1969, las mujeres palestinas llevaron a cabo una huelga frente a las cárceles israelíes y centros de detención exigiendo la liberación de familiares presos. Tan sólo en Gaza, 65 mujeres murieron en la resistencia a la ocupación entre 1967 y 1970.
El miedo prohibido
En tiempos más recientes, las mujeres palestinas fueron fundamentales para el levantamiento de las masas de la primera Intifada, que comenzó el 9 de diciembre de 1987, el día en que el miedo fue prohibido y las piedras fueron alzadas, como lo definió el periodista palestino, Makram Makhoul.
La intifada comenzó después de que cuatro palestinos murieran en un checkpoint (puesto de control militar israelí) en Gaza, y Hatem Abu Sisi, de 17 años, fuese asesinado por un oficial israelí que disparaba contra una multitud de manifestantes palestinos de duelo.
Los comités de mujeres que habían existido antes del levantamiento proporcionaron algunos de los líderes emergentes de los comités populares que tuvieran una fundamental importancia para la intifada.
Estas dirigentes estaban involucradas en la organización de los servicios de socorro y la recaudación de fondos para los presos y sus familias. También organizaron la asistencia jurídica para instituir a más personas a unirse a la intifada.
Cuando Israel cerró las escuelas palestinas, una táctica común de las fuerzas de ocupación, las mujeres constituyeron escuelas alternativas subterráneas que surgieron en los hogares, mezquitas e iglesias. Las mujeres también fueron fundamentales en la organización del boicot masivo a los productos israelíes.
El 8 de marzo de 1988, los comités de mujeres que habían organizado las mujeres palestinas trabajadoras, estudiantes y amas de casa hicieron un llamado para un programa conjunto en el Día Internacional de la Mujer.
Los comités organizaron los servicios de cuidado de niños para permitir la participación masiva de las mujeres en los comités populares y en los sindicatos. El programa también animó a las mujeres a unirse a las huelgas generales que tuvieron lugar por toda Cisjordania y Gaza, y para organizar las defensas contra los ataques de los soldados y colonos israelíes.
Durante la segunda intifada, que comenzó en el año 2000, Manal Abu Akhar, quien recibió un disparo en el pecho cuando era niña durante la primera Intifada, utilizó su casa en Dheisheh, un campamento de refugiados de la zona de Belén, para albergar a los combatientes.
Ella también ayudó a ” detener” el secuestro de palestinos por los militares israelíes. Las mujeres palestinas podían arrojar sus cuerpos en el suelo para tratar de crear el caos para que otros pudieran escapar.
Abu Akhar también utilizó su casa como un puesto de observación para vigilar el movimiento de los militares israelíes.
Apoyo al BDS
Más recientemente, las mujeres palestinas han sido víctimas de las mortales represiones israelíes. En octubre de 2015, Dania Irsheid de 17 años, fue asesinada a tiros en un checkpoint israelí en Hebrón. Soldados israelíes señalaron que le dispararon porque los amenazó con un cuchillo, lo cual ha sido negado por los testigos.
Otra adolescente, Bayan al-Esseili, fue asesinada a tiros ese mismo mes, cerca del asentamiento ilegal de Kiryat Arba en Hebrón.
Un grupo llamado Coalición de Mujeres Jerusalemitas se manifestó en contra de estas muertes.
Hablando como mujeres, madres, hermanas, hijas y jóvenes, la coalición pidió la “protección de nuestra seguridad física, de nuestros hogares, de las calles de nuestro barrio, escuelas, clínicas, poder llegar a salvo a nuestros lugares de trabajo y lugares de culto”.
“Nosotras, las mujeres de Jerusalén Ocupada, somos huérfanas políticamente”, indicaron las responsables del grupo. “Somos víctimas sin protección, ya que la Autoridad Palestina no tiene derecho y no puede protegernos en nuestra ciudad, y el estado de Israel nos trata como terroristas que deben ser humilladas, atacadas, violadas y controladas”.
El 8 de marzo del año pasado, las mujeres palestinas emitieron un comunicado de solidaridad con las miles de mujeres palestinas que han sido encarceladas por Israel desde 1967.
La declaración fue escrita por más de 60 mujeres palestinas que estuvieron tras las rejas israelíes. Quienes protestaron por la continua negación a las mujeres palestinas de asistencia sanitaria y la educación, y las terribles condiciones en que viven las mujeres palestinas encarceladas por su resistencia a la ocupación.
Este año, la Plataforma 8 de marzo insta a los participantes a seguir demostrando su apoyo para la Liberación de Palestina después de que la marcha haya terminado.
La plataforma demanda la apertura de las fronteras, por los derechos de los refugiados palestinos que desean retornar a sus hogares y la descolonización de Palestina. A su vez, se hará un llamado a los manifestantes a apoyar directamente al movimiento BDS.
El llamado de Palestina y el BDS, exige el fin de la ocupación israelí de las tierras palestinas, plena igualdad de derechos para los ciudadanos palestinos en Israel, el desmantelamiento del Muro de Apartheid israelí en Cisjordania y la aplicación de la resolución 194 de la ONU que apoya el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares y patria.
Estos objetivos están plenamente consagrados dentro de la escencia de la Plataforma 8 de marzo.
Los sindicatos que luchan en Occidente que han respaldado a la plataforma deben apoyar las tácticas del BDS como un medio para demostrar la solidaridad con las mujeres trabajadoras palestinas, tanto dentro y fuera de los sindicatos.
La tasa de cesantía de las mujeres palestinas en Cisjordania se situó en el 28,5% en los últimos meses de 2016. Esto fue dos veces mayor que la tasa de desempleo masculino.
En Gaza, la tasa de desempleo de las mujeres fue más del 64%, según la Oficina Central Palestina de Estadísticas. La tasa correspondiente a los hombres fue del 33%.
Estos datos demuestran por qué todos los sindicatos palestinos apoyan la campaña de BDS contra Israel.
Rechazar el “feminismo imperialista”
El llamado del 8 de marzo para un “fin de la violencia de género”, incluyendo la brutalidad policial y las “políticas de Estado” que engendran la pobreza, puede traer manifestantes en solidaridad directa con las feministas palestinas.
Como la académica y activista Nada Elia ha señalado, la infraestructura de Israel está “diseñada para mantener altas tasas de abortos involuntarios mediante el bloqueo de recursos básicos como el agua y suministros médicos, obligando a las mujeres en trabajo de parto a esperar en los checkpoint (puestos de control militares) en su camino a un hospital, y en general la creación de condiciones inhumanas e inhabitables para los palestinos. Esto también aumentó los abortos involuntarios, partos prematuros y mortinatos. Mujeres etíopes-israelíes, la mayoría de ellas judías, también han sido objeto de inyecciones anticonceptivas obligatorias sin su consentimiento.
Los manifestantes del 8 de marzo pueden vincular sus luchas con el trabajo llevado a cabo por grupos como la Unión General de Mujeres Palestinas, que se han organizado para luchar por la justicia y en especial para las mujeres palestinas.
Bajo el mandato del presidente Donald Trump, la expansión de los asentamientos israelíes ilegales ha continuado a un ritmo acelerado, y hay que prepararse para resistir los planes inminentes para llevar a cabo una nueva guerra contra Gaza. Pero no podemos darnos el lujo de esperar que las próximas bombas caigan para saber que la propia Gaza ya está inhabitable y que la ONU ha pronosticado que las condiciones empeorarán a finales de esta década.
Ser una mujer palestina en Gaza es no tener ningún control sobre su propio cuerpo y capacidad de vivir de la apariencia de una vida plena. Los EE.UU. han financiado y apoyado la violencia racista infligida contra las mujeres, hombres y niños de Gaza.
Por último, los que abogan por el feminismo mundial el 8 de marzo, no pueden dejar que su apoyo político para Palestina se contamine con soporte para el sionismo o la ocupación israelí. Ahora más que nunca, una clara línea debe ser trazada entre los sectores de izquierda que proclaman lo que Deepa Kumar, una escritora y académica, ha llamado el “feminismo imperialista” y los que luchan por la emancipación de las mujeres en todas partes.
Sólo un feminismo “desde el río hasta el mar” e incluso más allá, puede cambiar el curso de la violencia brutal de género de los EE.UU. e Israel. Sólo para un anti-racista, el feminismo antiimperialista puede poner fin a la guerra en contra de las mujeres palestinas que es un componente básico del sionismo, la ocupación israelí y el imperio de Estados Unidos.
Acerca del autor: Sofía Arias vive en la ciudad de Nueva York y Bill Mullen V. vive en Indiana. Ambas son desde hace mucho tiempo activistas de solidaridad con Palestina.
Fuente: Sofía Arias y Bill Mullen V, The Electronic Intifada / Traducción: Palestinalibre.org