Declaración de Nyéléni

Nosotros y nosotras, los más de 500 representantes de más de 80 países, de organizaciones
de campesinos y campesinas, agricultores familiares, pescadores tradicionales, pueblos
indígenas, pueblos sin tierra, trabajadores rurales, migrantes, pastores, comunidades
forestales, mujeres, niños, juventud, consumidores, movimientos ecologistas, y urbanos,
nos hemos reunido en el pueblo de Nyéléni en Selingue, Malí para fortalecer el movimiento
global para la soberanía alimentaria. Lo estamos haciendo, ladrillo por ladrillo,
viviendo en cabañas construidas a mano según la tradición local y comiendo alimentos
siendo producidos y preparados por la comunidad de Selingue … Hemos dado a nuestro
trabajo el nombre de “Nyéléni,” como homenaje, inspirados en la legendaria campesina
maliense que cultivó y alimento a su gente.

La mayoría de nosotros somos productores y productoras de alimentos y estamos dispuestos,
somos capaces y tenemos la voluntad de alimentar a todos los pueblos del mundo. Nuestra
herencia como productores de alimentos es fundamental para el futuro de la humanidad.
Este es particularmente el caso de mujeres y pueblos indígenas que son creadores de
conocimientos ancestrales sobre alimentos y agricultura, y que son sub-valorados. Pero
esta herencia y esta capacidad para producir alimentos nutritivos, de calidad y en
abundancia, se ven amenazadas y socavadas por el neoliberalismo y el capitalismo global.
Frente a esto, la soberanía alimentaria nos aporta la esperanza y el poder para
conservar, recuperar y desarrollar nuestro conocimiento y nuestra capacidad para producir
alimentos.

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y
culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su
derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que
producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas
alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende
los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para
resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual, y
para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen
a estar gestionados por los productores y productoras locales. La soberanía alimentaria
da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el
poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo
tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la
base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria
promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos,
y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición.
Garantiza que los derechos de acceso y gestión de nuestra tierra, de nuestros
territorios, nuestras aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad, estén
en manos de aquellos que producimos los alimentos. La soberanía alimentaría supone
nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y
mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones.

En Nyéléni, gracias a los muchos debates y a la intensa interacción, estamos
profundizando en nuestro concepto de soberanía alimentaria, y hemos intercambiado acerca
de la realidad de las luchas de nuestros respectivos movimientos para conservar la
autonomía y recuperar nuestro poder. Ahora entendemos mejor los instrumentos que
necesitamos para crear un movimiento y promover nuestra visión colectiva.

¿En pos de qué luchamos?

Un mundo en el que …

… todos los pueblos, naciones y estados puedan decidir sus propios sistemas
alimentarios y políticas que proporcionen a cada uno de nosotros y nosotras alimentos de
calidad, adecuados, asequibles, nutritivos y culturalmente apropiados;

… se reconozcan y respeten los derechos y el papel de las mujeres en la producción de
alimentos y la representación de las mujeres en todos los órganos de toma de decisiones;

… todos los pueblos de cada uno de nuestros países puedan vivir con dignidad de su
trabajo, y puedan tener la oportunidad de vivir en sus lugares de origen;

… la soberanía alimentaria sea considerada un derecho humano básico, reconocido y
respetado por las comunidades, los pueblos, los estados y las instituciones
internacionales;

… podamos conservar y rehabilitar los entornos rurales, zonas pesqueras, los paisajes
y los alimentos tradicionales, basándose en una gestión sostenible de la tierra, del
suelo, el agua, las semillas, el ganado y biodiversidad;

… valoremos, reconozcamos y respetemos la diversidad de nuestro conocimiento,
alimentación, lenguas y nuestras culturas tradicionales, y el modo en el que nos
organizamos y nos expresamos;

… exista una verdadera reforma agraria integral que garantice a los campesinos plenos
derechos sobre la tierra, defienda y recupere los territorios de los pueblos indígenas,
garantice a las comunidades pesqueras el acceso y el control de las zonas de pesca y
ecosistemas, que reconozca el acceso y el control de las tierras y las rutas de migración
de pastoreo, garantice empleos dignos con sueldos justos y derechos laborales para todos
los trabajadores, y un futuro para los jóvenes del campo;

… donde las reformas agrarias revitalicen la interdependencia entre productores y
consumidores, garanticen la supervivencia de la comunidad, la justicia económica y
social, la sostenibilidad ecológica y el respeto por la autonomía local y la gobernanza
con igualdad de derechos para las mujeres y los hombres;

… donde se garantice el derecho a los territorios y a la autodeterminación de nuestros
pueblos;

… compartamos nuestros territorios en paz y de manera justa entre nuestros pueblos, ya
seamos campesinos, comunidades indígenas, pescadores artesanales, pastores nómadas u
otros;

… si se viven catástrofes naturales y provocadas por las personas, y situaciones
posteriores a los conflictos, la soberanía alimentaria actúe como una auténtica garantía
que fortalezca los esfuerzos de recuperación local y mitigue el impacto negativo. En el
que se tenga presente que las comunidades afectadas desamparados no son incapaces, y
donde una sólida organización local para la recuperación por medios propios constituya la
clave para la recuperación;

… se defienda el poder de los pueblos para decidir sobre sus herencias materiales,
naturales y espirituales.

¿Contra qué luchamos?

El imperialismo, el neoliberalismo, el neocolonialismo y el patriarcado, y todo sistema
que empobrece la vida, los recursos, los ecosistemas y los agentes que los promueven,
como las instituciones financieras internacionales, la Organización Mundial del Comercio,
los acuerdos de libre comercio, las corporaciones multinacionales y los gobiernos que
perjudican a sus pueblos;

El dumping de alimentos a precios por debajo de su costo de producción en la economía
global;

El control de nuestros alimentos y de nuestros sistemas agrícolas en manos de compañías
que anteponen las ganancias a las personas, la salud y el medioambiente;

Tecnologías y prácticas que erosionan nuestra capacidad de producción alimentaria en el
futuro, dañan el medioambiente y ponen en peligro nuestra salud. Éstas incluyen los
cultivos y animales transgénicos, tecnología terminator, acuacultura industrial y
prácticas pesqueras destructivas, la llamada “Revolución blanca” de las prácticas
industriales en el sector lácteo, las llamadas “Nueva y vieja Revoluciones Verdes”, y los
“Desiertos Verdes” de los monocultivos de biocombustibles industriales y otras
plantaciones;

La privatización y la mercantilización de los alimentos, servicios básicos públicos,
conocimientos, tierras, aguas, semillas, ganado y nuestro patrimonio natural;

Proyectos / modelos de desarrollo e industrias de extracción que desplazan a los pueblos
y que destruyen nuestro medioambiente y nuestra herencia natural;

Guerras, conflictos, ocupaciones, bloqueos económicos, hambrunas, desplazamientos
forzados y confiscación de sus tierras, y todas las fuerzas y gobiernos que los provocan
y los apoyan; y los programas de reconstrucción tras un conflicto o catástrofe que
destruyen nuestro medioambiente y capacidades;

La criminalización de todos aquellos que luchan por proteger y defender nuestros derechos;

La ayuda alimentaria que encubre el dumping, introduce OGMs en los entornos locales y los
sistemas alimentarios y crea nuevos patrones de colonialismo;

La internacionalización y la globalización de los valores paternalistas y patriarcales
que marginan a las mujeres y a las diversas comunidades agrícolas, indígenas, pastoriles
y pesqueras en el mundo;

¿Qué podemos hacer y haremos al respecto?

De la misma manera en la que estamos trabajando con la comunidad de Selingue para crear
un espacio de encuentro en Nyéléni, nos comprometemos a construir nuestro movimiento
colectivo para la soberanía alimentaria, forjando alianzas, apoyando nuestras diferentes
luchas y haciendo que nuestra solidaridad, fuerza y creatividad lleguen a los pueblos de
todo el mundo que tienen un compromiso con la soberanía alimentaria. Cada lucha por la
soberanía alimentaria, independientemente de en qué lugar del mundo se libre, es nuestra
lucha.

Hemos acordado una serie de acciones colectivas para compartir nuestra visión de la
soberanía alimentaria con todos los pueblos del mundo, que están detalladas en nuestro
documento de síntesis. Llevaremos a cabo estas acciones en cada una de nuestras
respectivas áreas locales y regiones, en nuestros propios movimientos y conjuntamente en
solidaridad con otros movimientos. Compartiremos nuestra visión y nuestra agenda de
acción para la soberanía alimentaria con aquellos que no hayan podido estar con nosotros
en Nyéléni, para que el espíritu de Nyéléni se disemine en todo el mundo y se convierta
en una poderosa fuerza que haga de la soberanía alimentaria una realidad para los pueblos
de todo el mundo.

Por último, damos nuestro apoyo incondicional y absoluto a los movimientos campesinos de
Malí y a ROPPA en su lucha para que la soberanía alimentaria se convierta en una realidad
en Malí y por extensión en toda África.

¡Es hora de la soberanía alimentaria!

Nyéléni, Selingue, Malí, del 23 al 27 de febrero de 2007

Deixe uma resposta

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *