Declaración de Guatemala

Nosotras y nosotros, representantes de 66 organizaciones de 15 países, reunidos en la
Ciudad de Guatemala los días 10 y 11 de octubre de 2006, luego de dos días de
deliberaciones hemos constatado que:

1. La aplicación de las políticas neoliberales, el desmantelamiento del sector
público agrícola, los procesos de apertura comercial en condiciones desventajosas para
nuestros pueblos, la represión contra los movimientos sociales, los desalojos y la re
militarización de la sociedad han afectado a nuestros país. A pesar de ello, el
movimiento indígena y campesino resurge, se fortalece, renueva sus estrategias y se opone
abiertamente a esta situación.

2. Sobre la base de una fuerte organización y movilización social, nuestros pueblos
despiertan y avanzan en casi toda América Latina, denuncian el despojo de nuestras
tierras y el saqueo de los recursos naturales. Brasil, Argentina, Venezuela, Cuba,
Bolivia, Nicaragua y México constituyen ejemplos de lucha, organización y combatividad,
enfrentan al neoliberalismo y denuncian sus efectos para la vida de la gente y el futuro
de la democracia de nuestros países.

3. Las organizaciones indígenas y campesinas luchamos para revertir el discurso y
las campañas mediáticas de los sectores económicamente dominantes, que divulgan la idea
que la tierra ya no es importante como factor de desarrollo pero, contrario a su propio
discurso, continúa su reconcentración y refuerzan la explotación de los recursos
naturales renovables y no renovables. A esta situación debemos responder con una lucha
territorial, entendida como la defensa de la tierra y los recursos naturales y por el
poder local.

4. Las diferentes leyes y políticas que han determinado la vida de nuestros países,
han estado siempre en función de intereses determinados y han favorecido a reducidos
sectores. Aunque en la actualidad los organismos internacionales planteen la existencia
de cambios en la legislación y en las políticas, resulta evidente que ambas acciones son
insuficientes para resolver la problemática estructural que origina desigualdad en el
uso, tenencia y propiedad de la tierra, y más bien resulta en un refuncionamiento del
sistema.

5. La globalización neoliberal ha excluido a los campesinos y campesinas, que
amplía y profundiza la desigualdad económica y social y acrecienta la dependencia
alimentaria, además lesiona la dignidad y la cultura de nuestros pueblos. Esas crueles
condiciones planificadas, financiadas e implementadas por los empresarios nacionales y
extranjeros, nos exige moral y políticamente el impulso de una Reforma Agraria Integral,
que transforme de raíz el actual sistema explotador, excluyente y racista.

6. Guatemala es el país más rural de América latina. El 54% de indígenas y
campesinos vive y trabaja en pequeñas parcelas o minifundios, mientras un reducido grupo
de terratenientes y empresarios mantiene en su poder grandes extensiones de tierra. El
esfuerzo más genuino realizado por el gobierno y la sociedad guatemalteca por transformar
esta situación, fue brutalmente truncado por la intervención imperialista en 1954,
apoyado por los sectores más conservadores de terratenientes, religiosos y el ejército.
Sus efectos todavía se resienten en el país. Cualquier convenio estatal o partidario que
no contemple las reivindicaciones fundamentales del movimiento campesino e indígena,
-cambiar el régimen de uso, tenencia y propiedad de la tierra mediante una Reforma
Agraria Integral-, solamente prolongará el sufrimiento de nuestro pueblo, pero igualmente
será derrotado

7. La Reforma Agraria Integral que planteamos tiene relación directa con la
seguridad y soberanía alimentaria de nuestros pueblos, no es solamente un planteamiento
político e ideológico, constituye una medida necesaria para resolver los problemas de
hambre, pobreza y pobreza extrema en que vive la mayoría de la población. Entendemos
la RAI no solamente como distribución de la tierra, sino como un proceso que conlleva un
conjunto de acciones políticas, económicas y legales que amplíen la participación de la
economía campesina en las cadenas productivas y de comercialización, como medida
imprescindible para garantizar la soberanía alimentaria y el desarrollo. Específicamente,
consideramos fundamental desarrollar mecanismos destinados a impedir la variabilidad de
los precios de los alimentos que beneficiarían tanto a campesinos como a consumidores.

8. Las mujeres y los pueblos originarios de esta América somos principalmente los
más excluidos y sufrimos la pobreza y extrema pobreza. Esta realidad innegable debe
conducirnos a movilizar todos nuestros esfuerzos y energías para abrir las grandes
alamedas por donde deben transitar -junto a otras reivindicaciones- las ideas de igualdad
y equidad socioeconómica entre hombres y mujeres.

9. Las organizaciones participantes en esta conferencia apoyamos la lucha de todos
los pueblos por construir un mundo nuevo. Por experiencia propia sabemos que es difícil,
pero también sabemos que es posible. Saludamos los procesos de transformación que
mediante la lucha diaria impulsan las trabajadoras y trabajadores de Brasil, Argentina,
Nicaragua, México, República Dominicana, Honduras y otros países de nuestra América y
especialmente a Cuba, Venezuela y Bolivia que están siendo agredidos por el imperialismo
norteamericano. A todas y todos los instamos a seguir adelante.

10. Saludamos y nos sumamos a las movilizaciones que se realizarán a lo largo de América
Latina el 12 de Octubre, Día de la Resistencia, Indígena, Campesina, Sindical y Popular.
Nuestras voces no se callan, nuestros esfuerzos no se detendrán hasta cambiar las
estructuras que en el mundo y en cada país generan pobreza y exclusión.

Llamamos a construir y fortalecer las alianzas con todos los sectores democráticos:
estudiantes, sindicalistas, consumidores, intelectuales, pequeños y medianos productores
para impulsar la lucha por la Reforma Agraria Integral y por la verdadera democratización
de nuestros países.

Guatemala, 11 de octubre de 2006.

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