La euforia futbolística estalla. En apenas algunas horas, a partir de este viernes 11 de junio y durante exactamente un mes -hasta la esperada final del 11 de julio- el planeta e mimetizará en un gran balón.
El mundial de fútbol ocupará entonces el epicentro mediático internacional. Nada, o muy poco, se escapará a la fiebre deportiva estimulada por enormes intereses económicos. Derechos de televisión varias veces millonarios; ganancias extraterrestres para las firmas auspiciantes; premios indecentes para los triunfadores… Excitación -comprensible- de la mano de beneficios económicos -inimaginables- en el mayor carnaval planetario jamás vivido hasta ahora. Con el escenario particular de un país de África. Continente que por primera vez en la historia acogerá al Mundial de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol)
El apartheid social
Organizaciones sociales sudafricanas aumentaron en las últimas horas el tono de la denuncia. Acusan a las autoridades municipales del *Cap* y de otras ciudades del país de expulsar a miles de “sin techo” hacia zonas periféricas alejadas de la vista de los visitantes.
Derrotado heroicamente el apartheid en 1994, sin embargo el impacto colonial no ha sido superado radicalmente en estos tres lustros de la nueva Sudáfrica, principal potencia económica del continente.
Si bien desde 1995 el ingreso mensual medio de la mayoritaria población de color aumentó en un 37 %, en igual período el de la población blanca superó el 83%. África del Sur es una de las diez naciones del mundo con mayor desigualdad interna.
El 20 % de las familias más ricas concentran el 62 % de los ingresos a nivel nacional, mientras que el 40 % más pobre de la población total araña apenas el 10 %.
El desempleo explota junto con la desesperación. Oficialmente, el 24.3% de la población en edad productiva no tiene trabajo. Cifra que en realidad oscila en el 40%. Uno de cada dos jóvenes esta excluido del proceso productivo. Tasa que aumenta sensiblemente entre los jóvenes negros: 70% de ellos no tiene acceso al trabajo al concluir la escuela.
Cuatro de cada diez sudafricanos viven con menos de 2 dólares diarios -frontera del concepto de la pobreza según las Naciones Unidas-. Desde 1990 a la actualidad la esperanza de vida media descendió de 62 a 51 años.
¡Fuera de juego!: tarjeta amarilla a la FIFA
Más de 13 mil suizos sostuvieron con su firma la campaña lanzada en abril pasado contra la FIFA y en solidaridad con los sectores más excluidos de la población sudafricana.
Iniciativa promovida por la “Ayuda Obrera Suiza” (AOS), que dio así continuidad a la Campaña Internacional a favor del “Trabajo Digno” lanzada por las principales centrales sindicales mundiales en el marco del Foro Social Mundial de Nairobi, Kenya, en enero del 2007. Ya entonces se anticipaban los potenciales estragos sociales que llegarían de la mano del mundial 2010.
Esa organización de solidaridad helvética acusa a la Federación con sede en Zürich de pasividad o falta de compromiso activo en tres áreas sensitivas.
No presionar a los países organizadores de competencias (en este caso África del Sur) para que sus empresas y auspiciantes respeten las normas mínimas de trabajo digno y consulten a los sindicatos.
No denunciar la violación de derechos humanos, en particular las expulsiones de los “sin techo”. Y en tercer lugar, no respetar a fondo la libertad de prensa.
Organizaciones del sector denuncian las restricciones impuestas para el trabajo informativo y las condiciones para la acreditación de sus miembros. En particular, el inciso que estipulaba que la actividad periodística “no debe atacar la reputación de la FIFA”. Esa fuerte reacción llevó a la Federación a relativizar ese punto.
La presión internacional y la movilización social interna produjeron frutos parciales. El caso de los obreros que construyeron los estadios fue significativo. Lograron pasar de los 2500 *Rands* por mes a 3000 *Rands* (en torno a los 460 dólares estadounidenses). Sin embargo todavía menor a los 700 dólares exigidos como salario mínimo -vital por parte de los sindicatos sudafricanos.
Flagelos sociales contra la niñez
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) convocó el jueves 10 de junio a su campaña “Ir derecho hacia el arco” para eliminar las peores formas de trabajo infantil hasta 2016.
Al tiempo que crece la excitación planetaria por el Campeonato Mundial de fútbol, señala la OIT, “215 millones de niños en todo el mundo deben trabajar para sobrevivir. Para ellos, la educación y el juego son un lujo”, sentencia.
Y es al organismo internacional de convocar, en este caso en colaboración con la FIFA, a la jornada “Tarjeta roja al trabajo infantil” a realizarse en 60 naciones, el mismo viernes de la apertura del Mundial.
En paralelo la Organización de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), aprovecha del telón de fondo de la competencia futbolística para lanzar un alerta sobre el riesgo de abusos sexuales potenciales contra niños y niñas durante esa competencia que reunirá a casi 3 millones de espectadores locales.
La resistencia hondureña
La cara oculta del “otro mundial” saldrá a la luz en actividades creativas de protesta y denuncia en los más diversos rincones del planeta.
Honduras -que hace parte del mismo grupo junto con España, Chile y Suiza- sufrió en junio del año pasado un Golpe de Estado. La actual “normalización” democrática encabezada por Porfirio Lobo es fuertemente criticada en Latinoamérica y por sectores solidarios europeos. La represión continúa y se agudiza contra el Frente de Resistencia y su militancia.
Asociaciones de solidaridad y de residentes latinoamericano en Suiza, por ejemplo, decidieron darle una imagen a la resistencia. Durante la transmisión televisiva de los partidos en que juegue Honduras, militantes solidarios distribuirán en locales públicos figuritas tipo “Panini” pero en este caso con las fotos de algunas de las víctimas de la resistencia.