La periodista Laura Castellanos presentó en París la versión en francés de su libro México Armado 1943-1981, publicado por la editorial Lux Editeur bajo el título Le Mexique en Armes, Guérrilla et contre-insurreccion 1943-1981. La obra fue presentada en la Feria del Libro Libertario en París realizada en días pasados. El libro narra el proceso de radicalización de una treintena de guerrillas que actuaron de 1965 a 1975 en México, y sirve para comprender nuestro presente. Tuve oportunidad de charlar con la autora de algunas cuestiones sobre violencia de Estado que se viven en México. A continuación, la entrevista:
– ¿Cuáles serian las diferencias entre la violencia de Estado practicada por el régimen priista y la aplicada por los gobiernos panistas?
Existe una continuidad puesto que finalmente es el mismo Estado. Es decir, cambió el partido en el 2000 en México, pero la oligarquía sigue siendo la misma. Retomo al respecto la definición que el historiador Carlos Montemayor utilizaba para referirse a “la violencia institucional”, pues la comprendía no sólo como la desaparición forzada, la represión y tortura, sino como un entramado de mecanismos diversos. Esto sucede, por ejemplo, en el terreno de la impartición y procuración de la justicia. Se aplica en los procesos jurídicos contra opositores, como ha sido el caso de los activistas de Atenco, condenados a penas mayores que a las que ha sido sentenciado cualquier narco o asesino en el país. Montemayor decía que también la “violencia institucional” significa la negación del acceso a la vivienda, a la educación, a la salud, a la alimentación, entre otras necesidades básicas. Estos son otros tipos de violencia generados por el sistema neoliberal.
Por otra parte, cabe observar cómo esta “violencia institucional” genera otro tipo de violencia, en este caso popular. Montemayor cerraba su tesis afirmando que la violencia popular brotaba, precisamente, para acabar con la violencia institucional, y no a la inversa. En otras palabras, la “violencia institucional” crea las condiciones para que emerja una “violencia popular”.
– Existen un pensador de origen martiniqués llamado Frantz Fanon que estudió el proceso de subjetivación en los pueblos colonizados en la década de los cincuenta, concretamente Argelia y Túnez, y mostraba que existe una respuesta violenta a la violencia estructural o institucional –en muchos casos económica– que en algunas ocasiones pude tomar formas abyectas pero en otros momentos juega un papel muy importante en los procesos revolucionarios. ¿En qué lugar ubicarías a la violencia de los grupos eco-anarquistas en México?
Los grupos eco-anarquistas mexicanos –fenómeno relativamente nuevo–, aparecen en el país en 2007 y han tenido un crecimiento ascendente. Ellos ejercen la acción directa, es decir, sabotajes en contra de lo que representa al sistema capitalista que explota al hombre, animales y a la naturaleza. Cabe advertir que no todos los grupos anarquistas están de acuerdo con la “acción directa”, entendida ésta, por ejemplo, con la colocación de “bombas molotov” en cajeros bancarios, en restaurantes de fast-food, tiendas que venden animales o productos de piel. Ellos manifiestan que sus sabotajes no tienen como objetivo la vida de civiles, y hasta ahora así ha sucedido. El fenómeno, no sólo en México sino en América Latina, y en países europeos como Grecia, está aumentando.
En el caso de México, por ejemplo, se ha manifestado en distintos estados de la República. Estas células surgen en un contexto de crisis económica y política, en donde hubo el fraude electoral del 2006, movimientos beligerantes como el de Oaxaca y Atenco han sido reprimidos, y la izquierda no sólo está dividida, sino que el principal partido de esta ala, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), está estableciendo alianzas con el que le hizo el fraude en 2006, el derechista Partido Acción Nacional (PAN), para la siguientes elecciones. En estas circunstancias están influyendo en la radicalización de una generación que encuentra en estas acciones la única vía de protesta y combate al sistema.
– ¿De qué modo las medidas contra la inseguridad no forman parte de un proyecto de contra-insurgencia promovido por los gobiernos federales, estatales y municipales? y ¿Hasta qué punto el gobierno –en sus tres niveles– ha implementado, bajo pretexto de la violencia en el país, medidas que repercuten en los derechos fundamentales?
Sí, en la lucha contra el narcotráfico se criminaliza a activistas y a movimientos sociales. Por ejemplo, el pasado mes de noviembre fue ejecutado “el comandante Ramiro”, quien era miembro del Ejército Popular Revolucionario Insurgente (ERPI), en un operativo contra el narcotráfico en el estado de Guerrero y, en algún momento, la Secretaria de la Defensa mencionó que él estaba vinculado con el narcotráfico. Recientemente, a un líder indígena del sureste de Chipas se le intentó ligar con otro grupo del narcotráfico, se aplicó su detención y se le tomaron fotos con arsenal bélico y la información en los noticieros fue divulgada, sin embargo, posteriormente fue puesto en libertad pues no existían pruebas fehacientes. El país está pasando un momento muy delicado, porque la única estrategia que ha aplicado Felipe Calderón es sacar al ejército a las calles y a las zonas rurales. Evidentemente esta estrategia ha sido un rotundo fracaso, y ha habido denuncias por la muerte y tortura de civiles que han sido ignorados.
En este escenario, quedan más vulnerables comunidades indígenas que han asumido su autonomía, como sucedió con la de Santa María Ostula, en Michoacán, que no solamente se enfrenta a una situación socio-económica marginal, sino que enfrenta la violencia de grupos paramiliares que han sido vinculados con el narcotráfico. En los últimos meses han sido secuestrados y desparecidos tres integrantes de Bienes Comunales del pueblo, entre ellos el presidente, Francisco de Asís Verdía Manuel, sin que se tengan noticias de ellos.
– En tu libro México Armado (Ediciones Era) analizas cuatro décadas (1943-1981) de movimientos guerrilleros en México. Indudablemente, movimientos que tenían como marco socio-político el corporativismo, el charrismo sindical, el clientelismo político, entre otros, pilares de la ideología nacionalista-priista ¿Cuál es el marco de referencia ideológico –si es que existe– en el que se desarrollan los movimientos guerrilleros o subversivos en nuestro país en la actualidad?
Es el mismo marco, porque el sistema es el mismo, sólo que ahora, como mencioné, se suma el factor de la actividad del narcotráfico. La violencia del narcotráfico cada vez es más brutal y ya ha atravesado todo el territorio nacional. Antes el narcotráfico estaba muy focalizado, principalmente en el norte, pero desde hace dos años ha aumentado de manera impresionante y ya ha trastocado la vida política del país.
– Algunos politólogos han abordado la cuestión de la narco-política en América Latina ¿Crees que México es un narco-Estado?
Estudiosos del narcotráfico han trascendido que ha habido acuerdos del gobierno en turno con carteles determinados para tener controlado el fenómeno. Yo no estoy especializada en narcotráfico, pero lo que sí te puedo decir es que los medios de comunicación de manera constante muestran cuerpos ejecutados, sin cabeza, que aparecen en las cajuelas de los automóviles o colgados de puentes peatonales, escenas sanguinarias que antes no se veían. Como capitalina, lo que he percibido es que la violencia del narcotráfico, que antes veíamos lejana, ya llegó a la ciudad de México, y que la percepción generalizada es que el gobierno no sólo ha fracasado en esta guerra, si no que está rebasado, sin que haya asomo de autocrítica o cambio de estrategia, lo que es más preocupante.
– ¿Cuál seria, a tu juicio, el aporte de la Liga 23 de septiembre fundada en 1965 en la memoria de las luchas insurgentes de este nuevo siglo?
La Liga comunista 23 de septiembre fue la guerrilla más grande en los setenta y que duró una década en el país, ella reivindica en su nombre al grupo de maestros rurales que cayó en el ataque al cuartel militar de ciudad Madera, en Chihuahua, un 23 de septiembre de 1965. En 1973 un grupo urbano retomó la fecha y fundó la Liga Comunista 23 de Septiembre. La Liga desapareció a mediados de los ochenta, aunque hay quienes la reivindican arrancados los noventa. No tiene influencia en las guerrillas de este siglo, aunque las dos vertientes que existen tienen su semilla en tal generación que conformó una treintena de guerrillas entre 1965 y 1975. Me refiero al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), heredera, en parte, de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), y al Ejército Popular Revolucionario (EPR), cuya simiente fueron los sobrevivientes de la guerrilla de Lucio Cañas y del grupo de Unión del Pueblo (UP). El EPR es el tronco del que se han ramificado una decena de guerrillas que actualmente, lo sabemos a través de sus comunicados, están activas y replegadas.
Lo interesante es que esta oleada guerrillera de los setenta surgió en un contexto donde, por una parte, los movimientos que los precedieron fueron sido reprimidos como el ferrocarrilero, de maestros, médicos, campesinos, entre otros, y por la otra, se perseguía al Partido Comunista Mexicano (PCM), al que se le negaba su registro electoral. Estos movimientos fueron influenciados por la Revolución Cubana, la Teología de la liberación, y por la ola de rebeldía en occidente. En México el saldo fue el de más de mil 500 casos de desaparición forzada. Estos grupos guerrilleros son el principal detonante de la Reforma Política de 1978 que, finalmente, le da el registro electoral al PCM, es decir, hasta 1978 se pudo votar por la izquierda. El PCM fue una de las vertientes que alimentaron al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), que posteriormente confluirá en la creación del PRD. En otras palabras, la guerrilla de los setenta fue el principal detonante que posibilitó que la izquierda pudiera ser votada.
– En su novela Guerra en el Paraíso, Carlos Montemayor –quien escribió el prologo de tu libro– hay una parte donde uno de sus personajes menciona que su lucha era tan radical que incluso los ríos y los pájaros ganarían con la lucha, en otras palabras, la lucha contra el capitalismo también implica una preocupación ecológica. Indudablemente en el movimiento zapatista es más claro. ¿Cuáles son las preocupaciones ecológicas en los otros grupos guerrilleros del país?
En general, las guerrillas mexicanas se manifiestan en sus comunicados contra el sistema capitalista, y por ende, contra la explotación de los trabajadores, la violación de los derechos humanos, y las trasnacionales que explotan los recursos naturales de manera indiscriminada. Ahí las cuestiones ecológicas están implícitas. El movimiento zapatista, por su lado, acentúa su preocupación por la defensa de la madre Tierra, tiene un discurso más cercano a la naturaleza.
– Entrevista publicada en el diario “El Columnista”, Puebla, México, 1 de junio 2010, por
Luis Martínez Andrade