“Sin elecciones limpias y democráticas no habrá elecciones“, dijo el líder ultraderechista a sus simpatizantes, al hacer referencia a las supuestas imperfecciones del voto electrónico.
Jair Bolsonaro amenazó, con el pretexto de supuestas imperfecciones en el sistema electoral, dar un golpe de Estado el año que viene, al dirigirse a miles de seguidores reunidos este domingo en Brasilia. «Sin elecciones limpias y democráticas no habrá elecciones», arengó el capitán jubilado hablando por teléfono desde la mansión presidencial.
Sus palabras y su imagen fueron reproducidas en una pantalla gigante instalada sobre uno de los camiones con altoparlantes con escenarios portantes que recorrieron el centro brasiliense. «Ustedes son de hecho mi ejército, nuestro ejército, nosotros vamos a hacer que la voluntad popular sea respetada, haremos lo que sea necesario».
Elevando el tono añadió que dará una «última oportunidad» al Parlamento para que apruebe la Propuesta de Enmienda Constitucional que modifique el actual modelo de votación con urnas electrónicas por otro en el que se utilicen comprobantes de papel.
Ningún artículo de la Constitución prevé que el jefe del Ejecutivo tenga competencias para dejar sin efecto las elecciones porque la forma de sufragio se la antoja inapropiada. En otras palabras: lo que hizo el líder de ultraderecha fue anticipar su intención de dar un golpe alegando un fraude que sólo él cree posible.
El jueves pasado llegó a decir que las urnas electrónicas permitieron un «fraude» en la reelección de la presidenta Dilma Rousseff ante conservador, Aécio Neves, en 2014, algo que el pripio Neves desmiente.
Militancia de Brasilia y Río
Luego de comunicarse telefónicamente con sus simpatizantes en Brasilia, donde predominaron las camisetas verdeamarillas de la selección de fútbol con el número 10 del crack Neymar (que en la reciente Copa América prestó buenos servicios propagandísticos al régimen del cual es un simpatizante) Bolsonaro hizo otro discurso telefónico dirigido al público de Río de Janeiro donde se mezclaron vecinos del elegante barrio de Copacabana, junto a la playa, con hombres vestidos como comandos militares con boinas rojas y haciendo la venia.
Bolsonaro eligió discursear para la militancia de Brasilia y Río, que son dos bastiones oficialistas.
En la Capital Federal a la adhesión espontánea que despierta el presidente se suma la movilización garantizada de los beneficiados por el gobierno, como es el caso de los miles de militares – sin formación para actuar en los ministerios – que fueron acomodados y muy bien pagos en la administración pública federal tras la expulsión o degradación de funcionarios civiles.
Por su parte Río es el distrito electoral que eligió siete veces diputado al hoy mandatario además de ser un estado dominado por el poder paralelo de las «milicias» paramilitares. Se trata de bandas encuadradas con el bolsonarismo para llevar a cabo todo tipo de servicio incluso realizar actos de sabotaje contra los comicios de octubre de 2022 ante el «fraude» que se anticipa desde el Palacio del Planalto.
Este domingo también hubo actos en San Pablo, frente a la sede de la Federación de Industrias local, y en otras veinticuatro capitales estaduales en las que los gritos para que se archiven las urnas electrónicas se intercalaron con las loas a los militares y ataques a la oposición.
En un primer relevamiento, sin rigor estadístico, los actos oficialistas reunieron hoy menos gente que los convocados por la oposición la semana pasada, bajo las consignas «Fuera Bolsonaro» y «Genocida», realizados en más de 400 ciudades, incluyendo las capitales provinciales.
La intimidaciones expresadas por Bolsonaro contra las instituciones evocan las pronunciadas el año pasado por el mandatario republicano Donald Trump contra el Congreso norteamericano basadas en una nunca demostrada denuncia de fraude en los comicios vencidos por el demócrata Joe Biden.
Existen dos diferencias sustantivas entre los casos estadounidense y brasileño.
En primer lugar Trump intentó pero no logró el apoyo de las fuerzas armadas en su aventura golpista, mientras en Brasil la corporación castrense se comporta como un partido leal al mandatario incluso en las embestidas de éste contra el sistema electoral y las instituciones democráticas.
Recientemente el general Walter Souza Braga Netto, ministro de Defensa, «amenazó» al Legislativo con impedir las elecciones si éste mantiene en pie la votación electrónica, según informó la prensa. Previamente el mismo general junto a los comandantes de las fuerzas armadas advirtieron al Senado que no admitirían que se investigue a militares envueltos en probables casos de corrupción.
Otra diferencia con Estados Unidos es que Trump cayó por un estrecho margen frente a Biden, mientras todas las encuestas de los últimos dos meses realizadas en Brasil indican que Bolsonaro perdería por veinte puntos o más ante Luiz Inácio Lula da Silva. Varios sondeos señalan que el líder del Partido de los Trabajadores podría ser electo incluso sin necesidad de ir a un ballottage.
Tal vez Bolsonaro quiera impedir las elecciones no en razón de un fraude que sólo el considera posible: sino porque de haberlas sería difícil que logre vencer a Lula.
Por Dario Pignotti. Resumen Latinoamericano