La actualidad en la India
El gobierno de la India, que fue uno de los países líderes del Movimiento de Países No Alineados durante la guerra fría, ha optado ahora por estar completamente alineado. Se llama a sí mismo un aliado natural de Israel y de los Estados Unidos. En 1990 adopta el mercado libre. Desde entonces, ajustes estructurales, privatización y enormes proyectos de infraestructura –como diques de contención, plantas de energía y minas– han provocado el desplazamiento de cientos de miles de personas. India es probablemente el país con mayor número de desplazados internos en el mundo. La gran mayoría de estas personas pertenecen a comunidades indígenas tribales o a castas Dalit (intocables).
El actual gobierno está encabezado por títeres del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del mundo corporativo. El primer ministro de la democracia más grande del mundo, Manmohan Singh, nunca en su vida ha ganado una elección. El ministro local, P. Chidambaram, es un abogado corporativo que ha representado a grandes industrias mineras, incluso a la infame Enron. Él dice que visualiza el 80% de la población india viviendo en ciudades. Esto significaría una hazaña de ingeniería social a una escala que ningún gobierno ha imaginado jamás. Cerca de 500 millones de personas yéndose de sus tierras. Esto sólo puedo hacerse si la India se convierte en un estado militarizado.
Aún cuando la población rural está siendo desplazada de sus tierras a un ritmo sin precedentes, cuando llega a las ciudades y vive en barrios y puebluchos de chabolas, conformando la masa de trabajadores –prácticamente esclavos– que construyen las nuevas y resplandecientes ciudades, cuando terminan su trabajo, igual son expulsados de las ciudades. Tenemos un población de 800 millones de personas que viven con menos de medio dólar al día. Son lo que los nazis solían llamar “comedores superfluos”. El gobierno quiere deshacerse de ellos.
El movimiento Naxalita, la gente Dalit y Adivasi de la India rural
Es la misma vieja historia. Ustedes, en las Américas, lo saben mejor que nadie. Si miras un mapa de la India, verás que en los bosques, la gran riqueza mineral, y los grupos indígenas están amontonados unos encima de los otros. Sólo la bauxita está valuada en 4 trillones de dólares. Aproximadamente en el 2005 el gobierno firmó cientos de Memorandos de Entendimiento (MOUs, por sus siglas en inglés) con corporativos privados para realizar proyectos masivos de minería e infraestructura. Éstos intentaron empezar a trabajar, pero se toparon con una muy, muy fuerte resistencia –una biodiversidad de resistencias– que abarca desde militantes gandhianos, socialistas e indígenas, hasta una clásica lucha maoísta armada. El gobierno los señaló a todos como maoístas y el primer ministro los llamó –a la gente más pobre del mundo– la mayor amenaza a la seguridad interna de la India. Todos estos movimientos, se hayan o no levantado en armas, han sido reprimidos violentamente.
El movimiento Naxalita comenzó en un distrito de la parte del oeste de Bengala, llamado Naxabari, en 1967. El partido se llamaba Partido Comunista de la India (Marxista-Lenista) (CPI [ML], por sus siglas en inglés). Su actividad política central tenía que ver con la reforma de la tierra. Se encontraron con represión militar y policiaca, a través de la cual el partido fue prácticamente aniquilado físicamente. El partido se separó y se dividió. Aparecieron nuevos partidos con ligeras variaciones de la ideología original, pero cada vez que parecía haber sido derrotado, se levantaba de entre los muertos, propagándose por el país. Fue particularmente fuerte en el estado de Andhra Pradesh, donde se llamó a sí mismo Grupo de Guerra de la Gente y más tarde tan sólo la Guerra de la Gente (PW, por sus siglas en inglés). En el 2004 fueron virtualmente expulsados de este lugar y muchos dirigentes escaparon a los bosques de Chhattisgarh, donde se reunieron con sus compañeros, quienes habían estado trabajando con gente de las tribus durante treinta años. Ahora, de repente, la fortaleza del bosque en donde se habían replegado ha resultado ser el nuevo gran hallazgo de los corporativos y los Naxalitas están siendo nombrados “la gran amenaza para la seguridad interna.”
Los movimientos y luchas indígenas se están incrementando en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica. Están cuestionando fuertemente a los gobiernos y a los corporativos e incluso, en casos como el de Bolivia y Ecuador, enfrentan el dilema de tomar o no el poder y están defendiendo una nueva visión de la existencia humana: “sumak kawsay” (buen vivir en quechua) que armoniza al hombre y la naturaleza, rechazando los principios del capitalismo.
Estos movimientos son nuestra única esperanza. Mientras los movimientos de resistencia comunista, incluidas las guerras de guerrillas, pueden tener algo que enseñarnos acerca de la resistencia, yo no creo que tengan la visión o la imaginación para mostrarnos un modo de vida sustentable.
Las mujeres en los movimientos de la India
Casi todos los movimientos de resistencia en la India tienen mujeres al frente. Esto es una de las cosas más maravillosas que tiene este lugar. Incluso el grupo base del Ejército de Liberación de las Personas (PLGA, por sus siglas en inglés) tiene alrededor de 45% de mujeres en sus filas. Aunque los maoístas no pueden ser llamados totalmente igualitarios, aparentemente lo son más que otros partidos políticos.
El futuro del movimiento
Para empezar, creo que vendrá una seria escalada. El gobierno indio ha hecho promesas a corporativos y aquí “crear un buen clima para la inversión” no significa otra cosa que una guerra contra los pobres. Pero la India está en una posición peculiar. A diferencia de los países del oeste, que mientras desarrollaban la democracia en su país, cometían genocidios en sus colonias para extraer materia prima que alimentara su industria, hoy la India –que se vende como la democracia más grande del mundo– está teniendo que colonizar sus más bajas regiones, para comer sus extremidades. Pero las extremidades se rehúsan a ser comidas.
La situación es esta: durante cinco años la gente más pobre del mundo se las ha arreglado para, de alguna manera u otra, rechazar a los más poderosos corporativos. Podría ser que la gente de este país, con toda su sabiduría y flexibilidad, gane. Si es así, harán historia. Quizá vayan a enseñar al mundo una nueva forma de hacer las cosas. Si pierden, será una derrota del tipo que la gente pobre de todo el mundo ha experimentado siglo tras siglo. La pelea está en pie. La solidaridad internacional ayuda, pero cada vez más, la pelea debe estar en la base local, militante e imposible de cooptar.