Cuando el Foro Social Mundial nació en el 2001, en la ciudad “gaúcha” de Porto Alegre, en el sur de Brasil, era difícil imaginar un encuentro igual teniendo lugar en la República Tunecina. El FSM proponía otro mundo posible engendrado por la sociedad civil en una época en que la dictadura de Ben Ali mandaba para las prisiones cualquier voz disonante con sus intereses. Antes de pensar en sociedad civil en aquel país, sería preciso derrumbar el régimen por la voluntad reinante en las calles, algo que ni los participantes tunecinos de aquel evento del 2001 conseguían prever.
Doce años después, en la segunda quincena de marzo, jóvenes activistas de diferentes países comenzaron a llegar a la capital, Túnez, buscando la oficina temporal del FSM en los alrededores de la Avenida Bourguiba, para ayudar en las tareas finales de construcción del territorio de utopías y estrategias que reunió, entre el 26 y el 29 de marzo, cerca de 50 mil personas en la Universidad d’El Manar. Junto con ellos, activistas de la comunicación, de hackers internacionales a comunicadores de las radios comunitarias sin licencia en África, comenzaron ya en el día 24 de marzo, su III Foro Mundial de los Medios Libres. Ese hormiguero de voluntarios, periodistas y activistas de los medios que precede los encuentros del FSM ya es la certificación del propio FSM en movimiento. En Túnez, como en Porto Alegre.
El ambiente geopolítico de las transformaciones sociales se transfirió, en una década, de América Latina – donde varios gobiernos autoritarios fueron cambiados por alternativas mas populares – para el Norte de África. Dos años después que la República Tunecina declaró los levantamientos conocidos como la Primavera Árabe, que destituyeron Ben Ali del poder, derrumbaron Hosni Mubarak en Egipto, impulsaron las revueltas en toda la región del Magreb Mashreq e inspiraron movimientos como los Occupy Wall Street e Indignados de España, el Foro Social Mundial llegó a Túnez como proceso solidario e integrado a las revoluciones en curso.
Che, Chávez y Chokri, recordados
A pesar de que el FSM intenta proyectar todas sus luces para los movimientos sociales que presionan, pero no participan de partidos o gobiernos, dos acontecimientos en la esfera de la representación política institucional contribuyeron para una conexión simbólica entre las resistencias en América Latina y en el mundo árabe, durante el evento de Túnez.
La edición 2013 tuvo inicio aun bajo la conmoción del asesinato, el día 6 de febrero, de Chokri Belaid, líder de un frente de partidos de oposición democrática al nuevo gobierno conservador de la República Tunecina, y cuya muerte llevó millares de personas a las calles. El crimen podría haber provocado un retroceso en la participación en el FSM, pero generó el efecto contrario. Produjo una demonstración inmediata de apoyo de la sociedad civil mundial al pueblo de la República Tunecina, contra las soluciones violentas.
Los latinoamericanos llegaron a la República Tunecina aun bajo el impacto de la muerte del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el día 5 de marzo, y que llevó una referencia de los procesos de enfrentamiento con la dominación externa del continente. El encuentro de los sentimientos fue celebrado en shows auto-organizados en la Avenida Bourgiba y en actos y homenajes creativos como las inscripciones en camisetas que jugaban con las iniciales de “Che, Chávez y Chokri”.
Denominador común: Palestina
Los dos últimos años no trajeron solamente vientos revolucionarios a la región del mundo árabe. Trajeron también reacciones violentas de los regímenes amenazados, intervenciones externas indeseables, como en Mali, confrontaciones entre diferentes movimientos de “liberación” nacionales, disputas entre partidos laicos e islámicos, entre islámicos moderados y conservadores, y también acusaciones recíprocas entre militantes de izquierda por el mundo. En Libia, donde Muammar Gadaf fue asesinado el 20 de octubre de 2011, como en Siria, donde Bashar Al-Assad es amenazado, rebeldes acusan los simpatizantes de estos regímenes de traidores de la Primavera Árabe, y los defensores de los gobiernos acusan los rebeldes de mercenarismo al servicio de occidente.
Un fenómeno imposible en otro proceso de las izquierdas mundiales ocurrió en esta edición del FSM. A pesar de una serie de conflictos y hostilidades casi inevitables, las muchas expresiones de las luchas en el mundo árabe marcharon en la misma avenida, el día 30 de marzo, por la liberación de Palestina. El compromiso de poner fin a la ocupación israelita, bajo la influencia de una masacre infanticida en la Faja de Gaza, en noviembre de 2012, se mostró un denominador común a todos los movimientos y organizaciones sociales presentes.
Futuro del FSM en debate
El FSM también contribuyó para elevar el tono del pueblo saharaui que, dos veces, en las ediciones del FSM de Dakar, en Senegal, y ahora en la República Tunecina, sufrió hostilidades de activistas marroquíes, contrarios a la independencia del Sahara del Oeste del Estado colonial de Marruecos. Las agresiones acabaron contribuyendo para minar las chances de Marruecos de hospedar una próxima edición del evento, un sueño de las organizaciones democráticas marroquíes.
Además de Palestina y del Sahara, otro pueblo sin estado fue motivo de preocupación en el FSM. El representante de Curdistán en el Concejo Internacional del FSM, Yilmaz Orkan, que venía dialogando con la sociedad civil internacional en busca de apoyo para las negociaciones de paz en curso en Turquía, donde la población curda vive bajo represión, fue preso en el aeropuerto de Bruselas, cuando embarcaba para Túnez. Una serie no explicada de prisiones y asesinatos de curdos en los países europeos en los últimos meses viene eliminando de la escena las expresiones más diplomáticas del pueblo que se divide entre Turquía, Irán, Irak y Siria, y busca reconocimiento político.
Todos estos acontecimientos, cargados de tensión revolucionaria, compusieron el ambiente para el FSM reflexionar sobre su propio papel. Es posible que un próximo encuentro del Concejo Internacional ocurra en la misma región, dentro de seis meses, después de un proceso de consultas a los movimientos y organizaciones sociales sobre su futuro. ¿Como tornar más ágil y democrático el funcionamiento de esa instancia, las articulaciones en su interior más estratégicas, y sus acciones de solidaridad con los pueblos en lucha, más eficaces? Estos son algunos de los desafíos que la experiencia en el mundo árabe dejó en el centro de los debates sobre el propio FSM.
Foto: Deborah Moreira/Ciranda