Traducido por Agnes Zilber
Muchos hematomas y marcas en todo el cuerpo. Eso fue el resultado de la represión de la policía y del ejército de Jordania sobre varios jóvenes durante la manifestación del 15 de Mayo – día de la nakba en Palestina (catástrofe)- en Karameh, a la frontera entre ese país y la Palestina ocupada. Según el relato de uno de ellos, después de haber dispersado la mayoría de los manifestantes –alrededor de 3000-, los policías y militares, incluyendo un grupo vestido de civil, rodearon a las mujeres y empezaron a golpearlas.
Ese joven, originario de la ciudad de Nablus en Cisjordania, con apenas 16 años, había corrido hasta las montañas con otros, tratando de escapar de la violencia. Bajó hasta donde estaban las mujeres para ayudarlas, y ahí inhalo gas pimienta que habían tirado para dispersar a su grupo. Cuenta que cayó y fue ayudado por un grupo quién lo llevó a la montaña. Las fuerzas de la represión les persiguieron. Trató de correr pero estaba mareado y cayó de nuevo al suelo. “8 o 9 policías empezaron a golpearme con golpes, patadas, palos y porras”, se acuerda. “Decían ‘Eres palestino, quieres volver a tu tierra, entonces toma’”.
Conformemente al joven, había aproximadamente 200 manifestantes en las montañas, que corrieron hasta un valle y allá continuaron los golpes, incluso con tiros de balas de goma. Otros activistas que consiguieron escapar, trataron de volver con autos para rescatar a los demás que se quedaban atrás. Vehículos fueron dañados, pero algunos lograron sacar los jóvenes de la tortura a la cual estaban sometidos. Cerca de 15 jóvenes se amontonaron dentro de los pocos autos que consiguieron vencer la barrera de la represión. Un día después, el joven de 16 reafirma su disposición para luchar, pero es categórico: “La próxima vez, tenemos que ser 50 000”.