A horas del cierre de campaña de Hugo Chávez Frías y Henrique Capriles Radonski, y a tres días de los comicios generales del próximo domingo 7 de octubre, las expectativas generales se centralizan ya en los resultados finales. Los que podrían depender no solo de carismas personales y programas electorales esbozados por los dos candidatos sino también de *detalles* significativos que en toda contienda pueden marcar la diferencia.
Las similitudes discursivas no faltaron, particularmente en la recta final de la campaña que concluye este jueves 4 de octubre. Valores cristianos e imploración al apoyo de Dios de parte de Henrique Capriles. Cristianismo y socialismo de parte del presidente-candidato.
Promesas de « progreso para todos », reiterado sistemáticamente en la boca del dirigente de la oposición. Compromiso explícito de Chávez por profundizar las mejoras sociales de los venezolanos reforzando los planes y programas actuales de sus 14 años de Gobierno.
Concepto de delegación de poder de Capriles al afirmar en que «votar por el Flaco » – es decir él mismo- “es votar por ustedes”. Idéntica imagen sustentada por el presidente quien recuerda siempre que «yo soy ustedes» en tanto depositario de un mandato transferido del ejercicio del poder ciudadano.
Las diferencias sustanciales empiezan a marcarse al identificar uno y otro los tiempos políticos que se mueven en torno a los resultados del 7 de octubre. Para el portavoz de la oposición, « como todo en la vida hay que acabar un ciclo de 14 años » de chavismo, siendo necesario voltear la página para renovar la vida institucional de Venezuela.
Para Hugo Chávez, en estas elecciones «nos estamos jugando los próximos cien años de la patria bolivariana». Es fundamental profundizar los logros y conquistas y avanzar en las ejecuciones sociales. Cualquier cambio ahora significaría una regresión y una amenaza real a los logros populares, según el actual Jefe de Gobierno.
Diferencias aun más marcadas al analizar uno y otro -ante sus significativas movilizaciones populares de campaña- sus visiones de desarrollo en torno a la explotación y aprovechamiento petrolero, columna vertebral de la riqueza y el avance de esta nación sudamericana.
Mientas para Chávez es inimaginable cambios sustantivos en cuanto a la gestión actual, con fuerte control estatal y reforzando diversos acuerdos internacionales de venta del oro negro a precios subsidiados, Capriles anticipa aires de reprivatización de algunas esferas, sosteniendo que «no se va a regalar petróleo a nadie» y que la renta de la explotación que debe aumentar « se utilizará en y para los venezolanos ». Anticipando así, ya, una significativa variación de los que sería su política exterior mucho más re-centrada en sí misma y renunciando a jugar el rol motor que Venezuela ha venido implementando en la última era en diversas iniciativas latinoamericanas y caribeñas de integración.
Choque conceptual significativo, expresión directa de dos proyectos-modelos de sociedad y de posicionamiento internacional. Con la reflexión Chávez en el sentido de evaluar una derrota en las urnas como «el regreso de la burguesía » con sus planes socialmente excluyentes y un retorno al ajuste neo-liberal.
Capriles no entra en el debate fino sobre lo que realmente representaría su Gobierno y lanza promesas factuales de 3 millones de nuevos empleos; crecimiento continuo de la economía para los próximos diez años de entre 6 y 7 %; mejoramiento de los planes sociales actuales. Y anticipa, además, «tolerancia cero frente a la violencia, el delito y la impunidad», lanzando una señal de reaseguro a su base social natural, media y alta, al identificar temas de preocupación en la vida cotidiana del país, particularmente en los centros urbanos como Caracas.
Tres elementos sustanciales ha barajado Hugo Chávez en la campaña, que pueden llegar a tener una importancia significativa en el conteo final de las urnas del 7 de octubre.
La necesidad de continuar en la línea de «darle dar más poder al pueblo », creando « los consejos populares y organizando las comunas urbanas, rurales, sociales, económicas” para recrear fórmulas activas de participación y poder ciudadano.
Otro elemento importante es la propia visión de Chávez sobre la recomposición política nacional luego del 7 de octubre y de su victoria da por descontada. Como lo enfatizaba en una reciente entrevista, pedía que «respeten los resultados, que sigamos construyendo la Venezuela nueva y que surja una derecha nueva, un liderazgo serio, que le dé la cara al país, que le hable al país. Yo le doy la mano a esta nueva derecha… »
Pero es sin duda el constante y abierto espíritu de autocrítica reiterado en numerosos momentos de la campaña lo que puede darle a Chávez un plus adicional para marcar la diferencia.
«No los voy a fallar en el próximo periodo sino que voy a ser mejor presidente con la experiencia acumulada», enfatizaba Chávez en uno de sus últimos discursos de campaña. Reconociendo problemas y fallas en la actual gestión gubernamental. Entre ellos: « la ineficiencia, falta de experiencia, burocratismo, falta de seguimiento a los proyectos que se aprueban…»
Una nueva era donde no quepa la arrogancia y con el compromiso de «más eficiencia», una reivindicación central sentida incluso por los sectores sociales más incondicionalmente chavistas.
Filosofía de futuro del chavismo basada en tres pilares significativos: profundizar la participación ciudadana y el protagonismo popular; abrir las puertas a nuevas formas de comunicación con una nueva oposición seria y, fundamentalmente, asumir autocríticamente los errores de la gestión asegurando una nueva práctica de eficiencia.
Por Sergio Ferrari, desde Caracas, Venezuela