Ilan Pappe para The Electronic Intifada / ICH / Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens*
Todos estaremos invitados al funeral por la solución de dos Estados cuando la Asamblea de la ONU anuncie, si la anuncia, la aceptación de Palestina como Estado miembro.
El apoyo de la vasta mayoría de los miembros de la organización completaría un ciclo que comenzó en 1967 y que aseguró a la imprudente solución de dos Estados el respaldo de todo protagonista poderoso y menos poderoso en las escenas internacionales y regionales.
Incluso dentro de Israel el apoyo acabó incluyendo a la derecha así como a la izquierda y al centro de la política sionista. Y, sin embargo, a pesar del apoyo previo y futuro, todos dentro y fuera de Palestina parecen aceptar que la ocupación continuará y que, incluso en el mejor de todos los escenarios, habrá un Israel más grande y racista junto a un bantustán fragmentado e inútil.
La charada terminará en septiembre u octubre –cuando la Autoridad Palestina quiere someter su solicitud de participación en la ONU como miembro pleno– de una de dos maneras.
Podría ser dolorosa y violenta si Israel sigue gozando de inmunidad internacional y se le permite que finalice por pura fuerza brutal su diseño de Palestina posterior a Oslo. O podría terminar en una forma revolucionaria y mucho más pacífica mediante el reemplazo gradual de las antiguas patrañas por sólidas verdades nuevas sobre paz y reconciliación para Palestina. O tal vez el primer escenario sea una desafortunada condición previa para el segundo. El tiempo dirá.
Un diccionario sustituto para el sionismo
En tiempos antiguos se enterraba a los muertos con sus pertenencias y artefactos queridos. Este próximo funeral probablemente seguirá un ritual similar. El ítem más importante que irá a un metro de profundidad es el diccionario de ilusión y engaño y sus famosos accesos como “proceso de paz”, “la única democracia de Oriente Medio”, “nación amante de la paz”, “paridad y reciprocidad” y una “solución humana al problema de los refugiados”.
El diccionario sustituto se ha estado preparando durante muchos años y describe el sionismo como colonialismo, a Israel como Estado de apartheid y a la Nakba como limpieza étnica. Será mucho más fácil introducirlo al uso común después de septiembre.
Los mapas de la solución difunta también yacerán junto al cadáver. La cartografía que disminuyó Palestina a un décimo de su ente histórico, y que se presentó como mapa de paz, con un poco de suerte habrá desaparecido para siempre.
No hay necesidad de preparar un mapa alternativo. En realidad, la geografía del conflicto nunca ha cambiado desde 1967, aunque se transformó constantemente en el discurso de políticos, periodistas y académicos sionistas liberales, que todavía gozan de considerable respaldo internacional.
Palestina fue siempre el país entre el río y el mar. Todavía lo es. Su suerte cambiante no se caracteriza por la geografía sino por la demografía. El movimiento de colonos que llegó allí a finales del Siglo XIX representa ahora la mitad de la población y controla a la otra mitad mediante una matriz de ideologías racistas y políticas de apartheid.
La paz no es un cambio demográfico, ni el rediseño de mapas: es la eliminación de esas ideologías y políticas. Quién sabe, podría ser más fácil hacerlo ahora que nunca antes.
Denunciando el movimiento de protesta de Israel
El funeral sacará a la luz la falacia del actual movimiento masivo de protesta israelí, mientras al mismo tiempo destaca su potencial positivo. Durante siete semanas muchos judíos israelíes, en su mayoría de clase media, han protestado contra las políticas sociales y económicas de su gobierno.
A fin de mantener la protesta como un movimiento lo más grande posible, sus dirigentes y coordinadores no se atreven a mencionar la ocupación, la colonización o el apartheid. Las fuentes de todo el mal, afirman, son las brutales políticas capitalistas del gobierno.
Hasta cierto punto tienen razón. Esas políticas incapacitan a la raza superior de Israel de gozar plena e igualmente de los frutos de la colonización y el despojo de Palestina. Pero una división más justa de los despojos no asegurará una vida normal para judíos ni palestinos; solo lo logrará el fin del saqueo y del pillaje.
Y, a pesar de todo, también mostraron escepticismo y desconfianza en lo que sus medios y políticos les dicen sobre la realidad socioeconómica; podría abrir el camino para un mejor entendimiento de las mentiras que les han contado sobre el “conflicto” y su “seguridad nacional” durante tantos años.
El funeral debería movernos a todos a seguir con la misma distribución del trabajo de antes. Los palestinos tienen que solucionar urgentemente el problema de su representación. Las fuerzas judías progresistas del mundo tienen que ser reclutadas con más intensidad para las campañas de boicot, desinversión y sanciones (BDS) y otras de solidaridad.
Intifada en el concierto
La reciente disrupción de la presentación de la Orquesta Filarmónica de Israel en los prestigiosos conciertos Proms de la BBC en Londres perturbaron a los afables israelíes más que cualquier evento genocida en su propia historia.
Pero más que por cualquier otra cosa, como informan importantes periodistas israelíes que estuvieron presentes, se sintieron atónitos ante la presencia de tantos judíos entre los manifestantes. Esos mismos periodistas presentaron continuamente en el pasado a los activistas de la Campaña de Solidaridad con Palestina y de BDS como grupos terroristas y extremistas de la peor calaña. Creían sus propias informaciones. Habla a su favor el hecho de que la mini-Intifada en el Royal Albert Hall por lo menos los confundió.
Colocar un Estado en la acción política
En la propia Palestina ha llegado la hora de pasar del discurso de un Estado a la acción política y tal vez a adoptar el nuevo diccionario. El desposeimiento está por doquier y por eso el “reposeimiento” y la reconciliación tienen que hacerse por doquier.
Si se ha de reformular la relación entre judíos y palestinos sobre una base justa y democrática, no se pueden aceptar ni el viejo mapa enterrado de la solución de dos Estados ni su lógica de partición. También significa que la distinción sagrada entre asentamientos judíos cerca de Haifa y los que están cerca de Nablús también se tiene que sepultar.
Hay que hacer la distinción entre los judíos que están dispuestos a discutir una nueva formulación de la relación, un cambio de régimen e igualdad de estatus y los que no lo están, no importa dónde vivan actualmente.
Existe un fenómeno sorprendente al respecto si se estudia bien el tejido humano y político de Palestina histórica de 2011, gobernada como está por el régimen israelí: la disposición a favor de un diálogo es a veces más evidente más allá de la línea de 1967 que a su interior.
En el diálogo desde el interior a favor de un cambio de régimen, la cuestión de la representación y del movimiento de BDS forma todo parte integral del mismo esfuerzo por llevar justicia y paz a Palestina. Lo que enterraremos –ojalá– en septiembre fue uno de los principales obstáculos en el camino para realizar esta visión.
Ilan Pappe, autor de numerosos libros, es profesor de historia y director del Centro Europeo de Estudios Palestinos en la Universidad de Exeter.
*Publicado en Oficina de Información Chileno-Palestina