Traducido por Norma Fernandez
El Centro Bopp es un espacio cultural y deportivo destinado a abrigar una serie de shows de música senegalesa y regional de África durante el Foro Social Mundial, del 6 al 11 de febrero. Los senegaleses Babakar y Oumar, de la Comisión de Cultura, aseguran que buenos grupos de Dakar pasarán por allí. Pero en las semanas previas al FSM el local ha sido el punto de referencia para encuentros de organizadores locales, actividades de comunicación y también de preparación para el lanzamiento de la Carta Mundial de los Migrantes.
El viernes 28, todas las comisiones locales del FSM se reunieron allí. Discutieron detalles e incertidumbres de esta recta final, entre tonos indignados cuando el asunto era falta de recursos, especialmente de las mujeres preocupadas con el buen funcionamiento de la Ciudad de las Mujeres, y carcajadas delante de situaciones ingratas. Quien trataba de resolver la ubicación de las salas de la universidad protestaba por la falta de un programa de actividades listo en las manos. Y quien precisaba finalizar el programa reclamaba por no tener aún indicación de las salas disponibles. Verdaderos ejercicios de paciencia hasta llegar a soluciones fueron testimoniados por intérpretes solidarios y por los primeros colaboradores internacionales que llegaron a la ciudad. Vienen de países y culturas distantes, algunos se conocen de otros Foros y celebran el reencuentro.
El mismo salón abrigó, en la víspera, participantes de la Carta de los Inmigrantes. Ella está siendo lanzada en la Isla de Gorée, en estos días antes del calendario oficial del FSM y es parte de su elenco de eventos paralelos. El lunes 31, un grupo de refugiados provenientes de la Mauritania organizaba su participación en el lanzamiento, que será una oportunidad de buscar apoyo internacional y relatar las consecuencias del exilio forzado.
Están hace cerca de 20 años en Senegal, explotados en subempleos y trabajo semi-esclavo en el campo, pero se sienten sin condiciones de regresar a su casa. Algunos participaron de la política de repatriación iniciada por el gobierno de la Mauritania en 2008 y concluida en diciembre de 2010, pero no consiguieron adaptarse a la intolerancia étnica que aún predomina. La Mauritania se tornó un lugar inhóspito para muchos africanos negros en conflicto con árabes musulmanes, según relataron en la reunión del Centro Bopp.
Situado en el área de comercio popular y ambulante, ese movido espacio de encuentro está cercado de vendedores de naranjas peladas, bananas y maníes que se tornaron comidas para aquellos colaboradores/as sin tiempo para almorzar. Botellas de agua son llenadas en la canilla y llevadas a una heladera que sirve a periodistas, intérpretes y digitadores del interminable programa del FSM en la sala de prensa.
“No hay más”, asegura Andrea Mueller, joven alemana que se sumó a la comunicación local encargada del montaje de un kit de prensa . Ella ayuda a quebrar las resistencias de los adeptos al agua mineral envasada. En el terreno, el baño al estilo popular africano, con una bacía incrustada en la tierra y pavitas para lavar los pies, recibe a usuarios poco entrenados en el uso del tradicional toilete. De a poco, todo se aprende.
El cotidiano intensivo en el centro está animado por la cancha de tierra a cielo abierto, siempre ocupada por jóvenes atletas y entrenadores en sesiones de ejercicios ruidosos. El público acostumbrado de chicos y trabajadores del barrio que acompañan los lanzamientos de pelota a los cestos es reforzado por los vaivenes de observadores del piso superior, en sus breves intervalos por los corredores y escaleras externas.
En su mezcla de funciones, la cancha de tierra también hace las veces de estacionamiento para unos pocos coches y algunas veces para lavadores. Entre los vehículos parados alli día y noche, está un viejo furgón pintado a mano y de cortinas coloridas. La bailarina Emily Maurel y su pareja cineasta viven dentro de él, y alli quedarán hasta que el Foro termine. Vinieron de Francia, trayendo su viejo trailer por navío. Estacionaron en el Centro Bopp y hacen jornadas diurnas como voluntarios en la digitación del programa del FSM.