Foto: Inauguración del Foro De meDios libres, Porto alegre, Brasil, enero de 2012, por Stella Oliveira.
Ai, que vadia (Ay, qué perra), un cortometraje presentado en mayo en Brasilia para convocar una de las muchas “marchas de las perras” realizadas en Brasil en 2012, incide en el menosprecio que la sociedad dedica a las mujeres que son dueñas de su propia nariz. Exhibiendo una serie de comentarios hechos por hombres y mujeres en las situaciones más cotidianas, este vídeo de producción alternativa muestra que las brasileñas pueden ser llamadas “perras” porque están en las calles o porque están en casa, porque se visten de una manera o se comportan de otra, porque practican sexo en la primera cita o porque no lo hacen cuando los hombres quieren.
12/02/2013
La violencia física contra la mujer es apenas la última etapa de una serie de violencias verbales, simbólicas, psicológicas y morales que afectan a las mujeres todos los días”, dice el vídeo. Y esas violencias veladas están en los medios en forma de humor o de dramaturgia, en los telediarios o anuncios, y también en los programas religiosos que orientan a la mujer sobre cómo portarse, vestirse y tratar a sus maridos.
“Cambiar eso no es posible sólo con campañas”, dice Terezinha Vicente, periodista de la Ciranda Internacional de Comunicación Compartida y activista de la Red Mujer y Media: hay que modificar “la estructura de la comunicación en el país, que se alimenta de los machismos y prejuicios de la sociedad para mantener sus negocios”. 2012 ha sido un año de intenso movimiento de las brasileñas por otra manera de entender los medios. Desde foros internacionales hasta reuniones estratégicas cerradas, han disputado el sentido de la comunicación.
En la Cumbre de los Pueblos paralela a Río+20, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente realizada en Río de Janeiro en 2012, y también en un panel paralelo promocionado por comunicadoras durante el II Foro Mundial de Media Libre, las feministas han afirmado que la comunicación es un bien común inalienable, que debe ser gestionado por la sociedad, con igualdad en las representaciones. Su horizonte va más allá de ser oídas por los medios: ellas quieren transformar la comunicación en un derecho efectivo.
Desconcentrar los medios: tarea urgente
En Brasil, el movimiento feminista viene reclamando del gobierno de Dilma Rousseff, así como reclamaron sin mucho éxito del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, políticas más valientes que garanticen el acceso a los recursos y tecnologías, el fortalecimiento de los medios públicos, sociales y comunitarios, y la regulación de los medios privados para asegurar la diversificación de contenidos. Afirman que sin eso no es posible una democratización efectiva de Brasil. Lo que esperan de la presidenta es que haga frente a los conglomerados de la comunicación, que actúan como un poder en sí mismo, naturalizado, casi un partido político que impone su visión de mundo y que chupa recursos públicos según criterios de audiencia. Es un círculo vicioso que permite que pocas personas mantengan el dominio de la comunicación.
Según el Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación (FNDC), entre estos conglomerados se encuentran la Red Globo, el SBT y la Red Record, que generan contenidos, noticias y programas televisivos que son distribuidos por todo Brasil; así como algunos regionales, como la RBS en el sur del país. La mayoría de las emisoras regionales que no pertenecen directamente a este grupo son, en realidad, filiales de emisoras nacionales y distribuyen sus contenidos.
Globo, de la familia Marinho, según el informe Dueños de los Medios, tiene 35 grupos filiados que controlan 340 medios de comunicación en total. Sus medios propios se distribuyen del siguiente modo: 33 periódicos impresos, 52 radios AM, 76 radios FM, 11 radios OC, 105 emisoras de televisión, 27 revistas y 17 canales y nueve operadoras de televisión por cable, así como 3.305 retransmisoras.
Los dos otros mayores conglomerados son el SBT (Sistema Brasileño de Televisión), del empresario Silvio Santos, y la Red Record, vinculada a la Iglesia Universal del Reino de Dios. El SBT utiliza 195 medios en Brasil, tiene 37 grupos afiliados y 1.441 retransmisoras. La Record tiene 30 grupos afiliados y controla, directa e indirectamente, 142 medios. Se hace presente en todo Brasil por medio de 870 retransmisoras.
Falta regular la radio y la televisión. “Es una agenda del siglo XX, que aún no es prioridad en nuestro país porque, para la mayoría de la población, son esos los principales medios de comunicación de masas”, dice la periodista Bia Barbosa, del Colectivo Intervoces de Comunicación. El Código Brasileño de Telecomunicaciones no ha sufrido ningún cambio en 50 años. El capítulo sobre comunicación social de la Constitución brasileña, promulgada en 1988, aún no ha sido regulado.
Hace medio siglo que la comunicación brasileña cambia según el mercado y las nuevas tecnologías, sin participación de la sociedad. En este escenario no regulado, todo contribuye a una concentración cada vez más fuerte. “Cuando una red que transmitía apenas servicios de telefonía pasa a transmitir todo tipo de datos, la concentración de los medios se vuelve más peligrosa”, explica Bia.
Hablar directamente a la población
El derecho a la comunicación es un tema difícil y está tapado por los grandes medios corporativos. A ello se suma un cierto deslumbramiento por el acceso creciente de la población a las redes sociales en internet y el enaltecimiento de la televisión brasileña, por su alcance y capacidad de exportar programas y novelas. Cualquier cuestionamiento del actual control de las estructuras mediáticas se califica de amenaza de censura y ofensa a la libertad de expresión de las empresas que están detrás de los medios.
Si el cuestionamiento está asociado a la búsqueda de espacio para asuntos como derecho al aborto, violencia doméstica, acoso sexual, racismo, homofobia y lesbofobia, que ocupan los primeros lugares en las agendas feministas en Brasil, la reacción contraria está asegurada por el acceso que las fuerzas conservadoras tienen a las pantallas de televisión y programas de radio, que llegan casi a la totalidad de la población, y donde las víctimas son generalmente criminalizadas.
Una tarea que las feministas se proponen hoy es la deconstrucción de esos discursos. “Así como hay disputa de significados en el debate sobre el derecho al aborto, donde el argumento del derecho a la vida es central en la construcción del discurso de nuestros opositores, en el caso de la comunicación el argumento central en nuestra contra es la censura”, dice Jacira Melo, de la organización feminista Instituto Patrícia Galvão. Si las mujeres defienden el control social para evitar que la televisión las hiera cada día, los grupos mediáticos responden alegando libertad de expresión. Frente a estas estrategias, Jacira defiende buscar un diálogo más directo con la población: “es mucho mejor que concentrarnos en contestar a los adversarios”.
En octubre de 2012 se celebró un encuentro, organizado por el Instituto Patrícia Galvão y por Intervoces, Geledés y SOS Cuerpo, que reunió a cerca de 30 activistas de la Red Mujer y Media, dedicada a resguardar la imagen de la mujer en los medios de comunicación, entre otras cuestiones. Fueron dos días de intensos intercambios y planeamientos que deben orientar las acciones en 2013, como la preparación de un encuentro nacional en la ciudad de Salvador, en Bahía. En este encuentro se presentó también la campaña Para Expresar la Libertad, que reclama en su eslogan “una nueva ley para un nuevo tiempo”. Promocionada por un frente de organizaciones lideradas por el Foro Nacional por la Democratización de la Comunicación, la campaña es el resultado de la movilización de diferentes organizaciones para que la democratización del sector entre efectivamente en la agenda política nacional.
Ocupar los espacios, defender los medios públicos
Defender un papel central para los medios públicos es parte de las estrategias feministas del movimiento de comunicación brasileño. Para ello, las mujeres están ocupando espacios. La periodista Ana Veloso ha sido indicada por las feministas brasileñas, por medio de consulta pública, y su nombre ha sido acatado por la presidenta Dilma Rousseff para ocupar una plaza en el consejo de la Empresa Brasileña de Comunicación (EBC), creada en 2008 para transformar un conjunto de medios estatales en el embrión del sistema público de comunicación reivindicado por el movimiento social.
La EBC es responsable de gestionar las emisoras de radio y televisión públicas federales, incluso la TV Brasil, la TV Brasil Internacional, siete radios (Nacional AM y FM de Brasília, radio MEC AM y FM y radio Nacional de Rio de Janeiro, Nacional de Amazônia y Nacional de Alto Solimões), dos agencias de noticias (Radioagência Nacional y Agência Brasil) y un portal en internet.
Ahora, la periodista actúa internamente en el consejo y junto al movimiento de comunicación para que la EBC sea un actor catalizador de los debates sobre la regulación de la complementariedad de los sistemas privado, estatal y público. Actúa según lo aprobado por la I Conferencia Nacional de Comunicación, realizada en diciembre de 2009 y que fue fuertemente impulsada por las mujeres. “Hemos construido la plataforma para democratizar la comunicación brasileña junto a otros movimientos y hemos pautado la cuestión del patriarcado de los fundamentalismos”, dice Ana. La I Confecom fue precedida de movilizaciones en todo Brasil y realizada bajo el boicot de las grandes corporaciones del sector.
Sumar con Latinoamérica
El año 2012 sirvió para reforzar el compromiso feminista con la construcción de un movimiento para democratizar la comunicación en Latinoamérica. “Dialogar con las mujeres de Latinoamérica es un modo de reforzar argumentos y estrategias contra un discurso que es común”, dice Ana Veloso. Un ejemplo, que también ha sido tema del II Foro Mundial de Medios Libres (Río de Janeiro), ha sido la presión popular en defensa de la Ley de Medios en Argentina de Cristina Kirchner, que recientemente ha ganado una batalla judicial para reducir el poderío del mayor conglomerado privado de medios del país, el Grupo Clarín. En Brasil, la prensa en general acusó al gobierno argentino de adoptar leyes retrogradas.
En São Paulo, una reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), entidad que representa los intereses corporativos privados, se dedicó casi íntegramente a atacar las nuevas leyes que están democratizando los medios en países como Argentina, Venezuela, Bolivia y Uruguay. Bia Barbosa hizo la cobertura del evento y explicó cómo esa institución demoniza las leyes que afrontan los conglomerados mediáticos. “La SIP alertó del peligro de que esas ideas se difundan por el continente y situó ese problema en el mismo nivel que el asesinato de periodistas, como amenazas a la prensa”, constató.
Más allá de la tecnología
Una característica del movimiento de comunicación que se viene construyendo en Brasil es el esfuerzo por actuar de modo que los diferentes encuentros, campañas e iniciativas sean apoyados, cubiertos y divulgados por toda una red.
“Somos pocas voces, pero vamos tejiendo nuestras conexiones”, explica Teresina Vicente. Un territorio estratégico es el Foro Social Mundial, entendido por las activistas de la comunicación como un laboratorio de articulación entre medios y movimientos sociales. En ese espacio ha sido posible construir una identidad común entre midiactivistas (que hacen la cobertura de las luchas sociales) y militantes de las organizaciones sociales que actúan en el terreno de la comunicación. Los que antes se llamaban medios alternativos, de espacio reducido frente a los grandes medios, y los de oficina de prensa de movimienton, volteados hacia las demandas de la prensa, pasaron a constituir un movimiento en sí mismo por las nuevas prácticas comunicativas y por los nuevos conceptos para “otra comunicación posible”.
El FSM ha sido el primer paso para asumir la comunicación compartida como un concepto que va más allá de la tecnología. Significa sustituir la competencia entre los medios por las prácticas solidarias y colaborativas y hacer una comunicación que no se oriente a la obtención de lucro y sí por el interés de los movimientos y voces sociales, lo que requiere otros modelos. Ese concepto condujo a la vinculación entre el FSM y el Foro Mundial de Medios Libres, construido con la participación directa de las comunicadoras brasileñas. Ahora ellas preparan sus agendas para la próxima etapa del FSM, que tendrá lugar entre el 26 y el 30 de marzo en Túnez. Junto a medios y organizaciones de la zona, ya está en marcha la conexión entre las redes libres activistas (basadas en software libre) y la defensa y difusión de las radios comunitarias, además del debate acerca de las agendas comunes para un movimiento internacional por el derecho a la comunicación.
Rita Freire es periodista de la Ciranda Internacional de Comunicación Compartida y activista de la Red Mujer y Media. Integra el Consejo Internacional del Foro Social Mundial y el proceso del Foro Mundial de Medios Libres.
Traducido para Pueblos – Revista de Información y Debate por Laura Toledo Daudén.
Este artículo ha sido publicado en el nº 55 de Pueblos – Revista de Información y Debate – Primer trimestre de 2013.