Una bomba mediática estalló este martes 12 de octubre. La ONG austriaca All Rise presentó una denuncia contra el presidente brasileño Jair Bolsonaro ante la Corte Penal Internacional (CPI), acusándole de crímenes contra la humanidad debido a su política medioambiental.
La ong con sede en Viena hizo pública su acusación titulada El planeta contra Bolsonaro, a través de la cual argumenta que la política del ejecutivo brasilero representa un “ataque generalizado contra la Amazonia, contra los que dependen de la selva y también contra los que la defienden”.
Cáncer en el pulmón del planeta
Según la organización no gubernamental, la acción del presidente de extrema derecha provoca situaciones de persecución, asesinatos y sufrimiento inhumano en la región y en todo el mundo. Dado que la Amazonia es todavía el pulmón del planeta, su destrucción afecta a todos, enfatizó Johannes Wesemann, fundador de la ONG.
All Rise sostiene que el Gobierno Bolsonaro es responsable de la deforestación de más de 4.000 km² de selva amazónica cada año, y que la tasa de deforestación ha aumentado un 88% desde que asumió su cargo. También le acusa de haber intentado “sistemáticamente” debilitar o deshacerse de las leyes y organismos oficiales que regulan estas prácticas, así como de los activistas de la protección del medio ambiente. Y subraya el muy preocupante aumento de los extendidos incendios forestales y las consecuencias nefastas de la actividad ganadera a escala industrial que se practica en la Amazonia.
La National Geographic sostenía en junio del 2020 que la deforestación de 4.567 kilómetros cuadrados de esa región, debido a la producción y el consumo de carne, sobrepasa niveles históricos. Un estudio publicado en ese momento confirmaba el incremento, en solo diez meses, de un 54% de la deforestación con respecto al mismo periodo del año anterior.
Los últimos cincuenta años han supuesto un coste de deforestación nunca antes visto en la historia de la humanidad, arrasando un 15% de la superficie mundial de vegetación, lo que equivale al territorio de España, Portugal y Francia.
El mes de mayo de 2020 ostenta la segunda tasa más alta de deforestación de la última década: la Amazonía perdió 649 kilómetros cuadrados de selva nativa, enfatiza la publicación que retoma datos brindados por el Sistema de Alerta de Deforestación del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon).
La causa principal de este continuo aumento de la explotación de los bosques radica en la expansión de la ganadería extensiva, así como en el cultivo de soja. Brasil ha transferido más de 60 millones de cabezas de ganado a esta región.
Según un análisis publicado por la BBC británica en febrero del 2020, la Amazonia perdió más de 1.7 millones de hectáreas de bosque primario en 2019. Dicho artículo retoma datos producidos por el sistema de monitoreo de la Universidad de Maryland y publicados por Global Forest Watch. Para visualizar la amplitud del desgaste ambiental, se calcula que la pérdida de selva en 2018 equivale a tres campos de fútbol de bosque virgen talados por minuto.
Según la ONG ambientalista Greenpeace, en la década de los 90 esta selva absorbía 2.000 millones de toneladas de CO2, cifra que en la actualidad se reduce a la mitad. La tendencia es preocupante: se acerca el momento en que este pulmón ambiental producirá más CO2 del que logrará absorber.
Los seis millones de kilómetros cuadrados de la Amazonia brasilera representa dos tercios de la selva aun existente. La misma, expandida en ocho países, constituye el hábitat de más de 35 millones de personas.
Ni la primera, ni la última
El presidente Jair Bolsonaro ya es objeto de varias denuncias ante la Corte Penal Internacional. El 27 de enero del año en curso, el cacique Raoni Matuktire, –emblemático defensor de la selva amazónica–, acusó al mandatario sudamericano ante el Tribunal de La Haya, por “crímenes de lesa humanidad” y por perseguir a los pueblos indígenas, destruir su hábitat y violar sus derechos fundamentales.
Meses antes, en julio del año pasado, los trabajadores de la salud de Brasil también solicitaron una investigación de la CPI por “crímenes contra la humanidad” contra Bolsonaro, esta vez por su manejo de la pandemia de Covid-19.
Sin embargo, la Corte, creada en 2002 para juzgar las peores atrocidades cometidas en el mundo, no está obligada a dar curso a las numerosas solicitudes presentadas ante su fiscalía, que decide, en última instancia, cuáles serán los casos trasladados ante los jueces para su resolución.
Al presentar su acusación ante CPI, All Rise busca explicar la relación causal de esta deforestación masiva que está ocurriendo en Brasil con la situación preocupante del clima global, afirmó Johannes Wesemann, fundador de la ONG. “Esto es exactamente (…) la definición de un crimen contra la humanidad: la destrucción intencionada del medio ambiente y sus defensores”, subrayó ante la prensa internacional.