Lula obtuvo el 48,65 de los votos válidos, contra el 41.58 de Alckim. El actual presidente se mostró, a lo largo de la campaña, seguro de su victoria en la primera vuelta, tal como indicaban las encuestas. Hasta el punto de darse el lujo de pasar, en setiembre, dos fines de semana con su familia, evitando compromisos electorales.
El 28 de setiembre Lula faltó al debate entre candidatos promovido por la emisora de TV más poderosa de Brasil, la Globo. Sus oponentes -Alckim, Heloisa Helena, del Psol, y Cristovam Buarque, del PDT- centraron sus críticas sobre el candidato ausente, sin que éste tuviera cómo defenderse.
A lo largo de los cuatro años del gobierno de Lula el PT, fundado por él en 1980 y recubierto con la bandera de la ética, se vio envuelto en cuatro grandes escándalos de corrupción: un video mostró a Waldomiro Diniz, asesor de la Presidencia de la República, extorsionando a un infractor cuando todavía trabajaba en el gobierno de Rio de Janeiro; diputados petistas fueron acusados de recibir dinero de un empresario (el “sueldón”) y el PT de haber pagado millones para obtener el apoyo de dos partidos, el PL y el PTB; el ministro de Economía, Antonio Palocci, quebrantó el secreto bancario de un obrero que lo acusaba de negocios turbios; y ahora, en la recta final de la campaña, algunos petistas fueron apresados cuando trataban de comprar un documento que, supuestamente, contenía graves denuncias contra José Serra, del PSDB, que disputaba el gobierno de São Paulo con Aloysio Mercadante, del PT.
El PT cometió el grave error de no aclarar internamente los hechos y las denuncias, considerándolos irrelevantes. Respaldado por su popularidad, Lula trató de distanciarse de su partido, declarándose traicionado y removiendo a los acusados de sus funciones públicas. De ese modo el lulismo sobrepasó el fenómeno del petismo. No hay pruebas de que Lula supiera de las nefastas operaciones que minaron la credibilidad del PT.
A dos semanas de la elección todos los indicadores confirmaban la reelección de Lula en la primera vuelta. La mayoría de los 125 millones de electores aprobaba a su gobierno, sobre todo los más pobres, beneficiados por programas sociales como el Bolsa Familiar, que distribuye una renta mínima a más de 40 millones de personas.
El 15 de septiembre la Policía Federal apresó en São Paulo a dos militantes del PT portando casi US$ 800 mil, destinados a la compra de un supuesto documento contra José Serra. Serra había contendido con Lula en el 2002 y, elegido gobernador este 1 de octubre, emerge como fuerte candidato a presidente para el 2010. Al divulgar el documento que contenía pruebas de corrupción de Serra cuando fue ministro de Salud del gobierno de Cardoso, el PT pretendía apoyar a su candidato, Aloysio Mercadante.
La captura de los negociadores del documento fue un balde de agua fría en la campaña de Lula, sobre todo porque su autor, Luiz Vedoin, está procesado por dirigir una amplia red de corrupción en el área de la Salud. Los medios presionaron para que se divulgase la foto de los fajos de dinero, parte de ellos en dólares. En vísperas de la elección, el oficial que efectuó la captura envió las fotos a la prensa, y causaron un fuerte impacto negativo en la campaña de Lula, llevándolo a perder 5 puntos porcentuales en la preferencia del electorado, lo que hizo inviable su reelección en primera vuelta.
Para recuperar el apoyo perdido Lula tendrá que esclarecer, en esta segunda campaña de captación de votos, el contenido del documento y el origen del dinero en poder de los petistas. Y deberá comparecer a los debates de televisión en la incómoda posición de tener que defenderse de las denuncias de corrupción de dirigentes del PT.
La segunda vuelta va a politizar la actual campaña presidencial. En la primera no se dio la vibración de las elecciones anteriores. La propaganda electoral se redujo a efectos de mercadeo. Ni siquiera los candidatos presentaron sus proyectos para el Brasil.
Ahora Lula y Alckim necesariamente tendrán que ir más allá de los efectos cosméticos y abordar los graves problemas que afligen a la nación: inseguridad pública, desigualdad social, bajo crecimiento del país.
A la sombra de las denuncias Lula, que tenía ganada la elección, ahora inicia su sexta campaña para presidente del Brasil. Y ahora no se trata de otra vuelta más, como sucedió en 1989, con Collor; en 1994, con Cardoso (en 1998 Cardoso fue reelegido en la primera vuelta); y en 2002, con Serra. El desafío es convencer al electorado de que Lula tiene las manos limpias y disposición para implementar las reformas, como la agraria, prometidas en la contienda del 2002. (Traducción de J.L.Burguet)
Queda por saber si hay tiempo de rescatar la esperanza simbolizada por Lula.
– Frei Betto es escritor, autor de “Hotel Brasil”, novela policíaca, entre otros libros.