La eliminación de Ghana a manos de Brasil en el Mundial de Fútbol de Alemania ha puesto fin a la siempre prometedora presencia africana en estas competiciones. Pero esta vez la expectación era mayor: dado el creciente éxodo de jugadores africanos al continente europeo, los grandes valores de la región eran muy conocidos por todos. Drogba y Essien son, quizás, dos ejemplos paradigmáticos.
Pero al tiempo que se produce esta inmigración de lujo, se está dando en África un éxodo mucho más silencioso, menos presente en los medios y, sin duda, mucho más dañino para el ya de por sí complicado futuro africano. Se trata de la fuga de cerebros.
Cerca de 250.000 africanos altamente cualificados (médicos, cirujanos, ingenieros, expertos en informática, etc.) viven en Europa, Canadá y Estados Unidos. Cada año, 20.000 titulados universitarios salen de África para llegar al Primer Mundo, según declara a Le Monde Jean- Christophe Dumont, economista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El Banco Mundial apunta a ciertos países donde la situación es dramática. Se trata de aquellos en los que la fuga de cerebros supera el 50 por ciento de los titulados: Cabo Verde, Gambia, Seychelles, Mauricio y Sierra Leona.
Sida y fuga de cerebros: cóctel mortal
Pero si hay un sector en el que la situación es dramática es el de la salud. Es de sobra conocido, tanto que se ha convertido en un triste lugar común, que África se muere de sida, paludismo y otras enfermedades, algunas ya erradicadas en el resto del mundo.
Lo que no se cuenta es que también se mueren porque no tienen médicos, o enfermeras, o asistentes, porque huyen hacia un futuro mejor, ellos que pueden.
Las cifras son devastadoras: en Ghana, la mitad de los titulados en medicina han emigrado. En Zimbabwe, la cifra llega al 75 por ciento. Hasta Sudáfrica sufre las consecuencias de este fenómeno. Según la prestigiosa publicación médica The Lancet sólo en Gran Bretaña se concedieron en 2005 casi 6.000 permisos de trabajo en el ámbito sanitario para expertos sudafricanos. Aparte del consiguiente déficit en el servicio, esta inmigración le cuesta a Sudáfrica 1.000 millones de dólares al año.
Consecuencias: según el New England Journal of Medicine, de los 20 países más afectados en el mundo por la emigración de sus profesionales sanitarios, nueve son africanos. Parecen pocos. Consecuencias: en Malawi sólo está cubierto el 15 por ciento de los puestos sanitarios. Consecuencias: África, el continente más afectado por las enfermedades más mortales sólo dispone del 1,3 por ciento del personal sanitario global. Consecuencias: 38 de los 47 países africanos no cumplen con el requisito mínimo de la Organización Mundial de la Salud de 20 médicos por cada 100.000 habitantes. Ni siquiera.
Paradojas
Pero no caigamos en el error de creer que estos expertos huyen de su país simplemente por dinero. Argelia, que gracias al precio de los hidrocarburos tiene una de las reservas de divisas más generosa del mundo, ha perdido 95.000 universitarios en la última década.
Porque esta gente también busca libertad política y otros estándares de vida. Pero, paradojas, al tiempo que lo hacen hipotecan la posibilidad de su país de afrontar las reformas necesarias.
A algunos jefes de estado y cantantes famosos y sin escrúpulos se les llenó la boca hace unos meses con la palabra África. Para variar, pasada la moda, poco ha quedado, pero bien podrían el señor Tony Blair y su compañero de desayunos, Bono, el de U2, preocuparse por recaudar un poquito menos en sus campañas caritativas (y lo digo en el peor sentido de la palabra) y ponerse a trabajar para crear las condiciones que frenen esta sangría.
Sólo dos datos para ilustrar esta reflexión. El primero: como África no tiene profesionales porque se le van, los importan, hasta 150.000 en un año, y se gastan en pagarlos cerca de 4.500 millones de dólares, según recoge José Luis Cortés en el especial Africa 2006, elaborado por Mundo Negro.
Esto significa, y aquí va el otro dato, que el 35 por ciento de la ayuda internacional al desarrollo que llega a África se gasta en pagar a estos expertos, los que sustituyen a los que han formado en África y se han emigrado para explotar su potencial en el Primer Mundo. Paradojas.