El dia de las mujeres de África y de la Diáspora

Foto: Radio Feminista

Este es un día que no es
día muy conocido, ni siquiera por muchas feministas. Lástima.
Estos días parece que deben pasar por las manos de la ONU para
ser reconocidos mundialmente.

Ochy Curiel
Ochy Curiel
El 25 de julio fue declarado por las mismas afrodescendientes y
afrocaribeñas que reunidas en el 1er Encuentro de Mujeres Negras
en República Dominicana en el año 1992, nos dimos el permiso
nosotras mismas de recontar una historia no solo de racismo y
sexismo, hasta entonces invisible, sino la decisión de construir
una fuerza política que hoy ha producido teorías, análisis,
discursos y nuevas prácticas.

Empezamos primero reconociéndonos, convirtiendo el dolor que
genera el racismo en los cuerpos de las mujeres en acción
política, a veces con posiciones e identidades esencialistas pero
sin dejar de enmarcarla en sistemas de dominación.

Los años noventa fueron escenarios de la efervescencia
organizativa de las afrodescendientes, que fueron vistas solo en el
discurso de la “diversidad” sin que en muchos espacios feministas
y otros movimientos sociales trastocara las bases de su propio
racismo y se reconociera los grandes aportes en términos políticos
y teóricos. Aquellas que nos atrevimos a alzar la voz, éramos
consideradas “no gratas”.

Hoy hemos avanzado en el discurso, en el reconocimiento por
parte de muchos sectores y hemos logrado articulaciones
importantes con otros movimientos, pero el mal de la
institucionalización nos acechó temprano.

Encontramos que las organizaciones de mujeres
afrodescendientes, por lo menos la gran mayoría, se mueve en las
dinámicas de las conferencias mundiales de la ONU, dependientes
de los financiamientos internacionales, concentrando liderazgos, y
lo peor, sin avanzar mucho en nuestros análisis teóricos y
conceptuales en torno al racismo y el sexismo y como ello se
expresa en un neoliberalismo patriarcal devastador como el que
estamos viviendo. Nos conformamos con cuotas de
representaciones. Solo hay que ver cómo las afrodescendientes
son las mayores desplazadas por el conflicto armado en Colombia
y seguimos prefiriendo tocar el tambor y hacernos las trenzas para
recrear la cultura.

Ante esta situación da tristeza la incapacidad que hemos tenido
en articularnos regionalmente como movimiento social. No ha sido
posible desde 1996 hacer un tercer Encuentro Regional, la Red de
Mujeres Afro no es más que un fantasma y muchas han preferido
regresar a los espacios mixtos, pues es allí donde se mueven los
recursos. Hemos perdido nuestra autonomía que tanto nos costó
construir.

Este día me llena de muchas contradicciones. Por un lado me
hace sentir orgullosa de tantas mujeres que me antecedieron en
su lucha, desde los espacios domésticos en donde antes eran
ubicadas las negras, hasta aquellas, que no obstante las
limitaciones que le han puesto este jodido sistema racista y
sexista, han podido pensar y producir un nuevo conocimiento y un
nuevo mundo y no vender sus principios. Por otro lado, me da
tristeza y frustración porque entre nosotras nos anulamos una a la
otra, no nos reconocemos en una historia común, historia que fue,
entre otras razones, lo que permitió que construyéramos
solidaridades y complicidades para pasar de la victimización a ser
sujetas políticas.

Lo que me genera este día es escribir estas líneas, tal vez como
desahogo, tal vez para hacernos un llamado de atención y
reflexionar lo que nos está pasando.

De todas formas, quiero ofrecer mis abrazos más sinceros a todas
mis compañeras afrodescendientes, sobre todo las
latinoamericanas y caribeñas, porque sé muy bien lo que han
significado nuestras vidas y la capacidad que tenemos de dar la
cara al sol con sonrisas aunque tengamos aún algunas cadenas
en los pies.

Deixe uma resposta

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *