Sobre el futuro del Foro Social Mundial

Desde 2018, con la realización del FSM en Salvador, Bahía – y en especial después de la reunión del CI de enero de este año en Porto Alegre – verificamos un recalentamiento de los debates sobre el futuro del Foro Social Mundial. Circularon textos y opiniones, todos defendiendo la necesidad del Foro de recuperar su potencia en el escenario internacional.

Para nosotros(as), todas y todos son legítimas(os) para pensar y proponer alternativas para el futuro común de la humanidad. Por eso, alabamos las iniciativas que llaman a un diálogo sobre los cambios necesarios en las dinámicas del FSM frente a un mundo cada vez más desigual, no sustentable y autoritario.

A pesar de eso, nos preocupa que, a veces, ese debate recaiga en acusaciones y críticas personales. Es un camino nada constructivo. Aún más cuando es protagonizado por personas que tienen un vínculo histórico con los procesos del FSM.

Casi todas las muchas fórmulas de organización y realización del FSM ya fueron probadas por prácticamente todos los pensamientos, segmentos, redes y alianzas que estuvieron o aún están en el FSM. Esos modelos ayudaron a refinar el proceso, pero ninguno encontró el método más adecuado. Ninguno consiguió responder a todos los dilemas existentes en un proceso internacional, amplio, diverso y radicalmente democrático.

Entendemos que las dificultades no desmerecen el FSM, al contrario, lo fortalecen.

Por eso, insistimos en afirmar que no vemos contradicción en que el FSM sea un espacio de encuentro, de debate y de articulación de acciones y, al mismo tiempo, sea un actor en el escenario internacional.

Para nosotros(as), el proceso ha buscado cumplir ese papel a lo largo de estos 20 años.

Son incontables las redes y articulaciones surgidas en los espacios del Foro Social e innumerables las propuestas elaboradas e implementadas a lo largo de estas décadas, muchas de ellas inclusive contribuyendo a políticas públicas implementadas por gobiernos en varios continentes.

Entendemos que el FSM ya actuó como actor global, publicando declaraciones, liderando acciones globales, defendiendo ideas y valores, a pesar de que haya controversias sobre eso. Ha sido un proceso dinámico, multiplicándose en foros temáticos, regionales y nacionales, asambleas sociales, de mujeres, y de distintas convergencias; un espacio de la diversidad, de la riqueza y amplitud de los movimientos sociales, como ocurrió en el FSM 2018 en Salvador; y en los diálogos que marcaron las varias reuniones ampliadas de 2020.

Pero el FSM puede más, mucho más .

Por su historia y legitimidad, puede cumplir un importante papel de rearticulación de las variadas formas de resistencia. Creemos que, para eso, es preciso que haya cambios en el ambiente del FSM. Uno de ellos es la ampliación, en su proceso, de los protagonismos e incidencia de aquellas redes y movimientos que han liderado las luchas internacionales anticapitalistas, especialmente las movilizaciones contra el cambio climático, por la igualdad de género, antirracistas, antipatriarcales, anticoloniales, contra las políticas de austeridad y el desmantelamiento de las protecciones sociales y económicas de las poblaciones y en defensa de la democracia.

Es preciso reconocer el envejecimiento de ciertas formas de lucha y las novedades de las nuevas estrategias. El FSM debe buscar tener la amplitud y la representatividad de los movimientos de resistencia globales.

Nuestra diversidad también está en las formas como pensamos, organizamos y ejercemos el poder.

Hay culturas políticas muy distintas, unas más centralizadoras y otras más horizontales. Por eso, junto con este empoderamiento, es preciso profundizar una metodología de toma de decisiones que parta del reconocimiento y valorización de la diversidad, que respete el derecho a la divergencia, que se base en la legitimidad de los procesos colectivos, en el respeto y en la solidaridad..

El FSM debe construir una metodología de toma de decisiones no hegemonista, profundamente democrática. Pero que, esencialmente, respete las divergencias, sin ser prohibida por ellas. No a las dictaduras de la mayoría o de las minorías. Es preciso reconocer que el debate sobre la necesaria evolución del método de ser y de hacer del FSM es la puerta para la construcción de las convergencias en la diversidad.

Por eso, nosotros, organizaciones brasileras que componemos el CI-FSM, saludamos la reciente decisión del CI de formalizar y abrir espacios para ese debate sobre el futuro del FSM y estamos abiertas a discutir y actualizar la metodología del FSM y su papel en el proceso de lucha anticapitalista global, y que ese debate sea hecho en el clima de respeto y de cordialidad por todas las partes . Que sea una confrontación de ideas y no entre personas.

No somos dogmáticos sobre las metodologías. Sólo seguimos apostando a la lucha por la radicalidad de la democracia. El FSM debe ensanchar los horizontes democráticos en las relaciones entre nuestros movimientos sociales, dando un paso fundamental para la construcción de este otro mundo posible defendido hace más de 20 años y que hoy sigue siendo tan urgente y necesario.

Brasil, 28 de diciembre de 2020.

COLECTIVO DE ORGANIZACIONES BRASILERAS DEL CI

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