Argentina no es un caso aislado, el aborto sigue siendo una cuestión pendiente para millones de mujeres en el mundo

“María Xosé Porteiro, Tribuna Feminista” – Ganada la primera parte del partido, Argentina va camino de una legalización del aborto que garantice la seguridad y gratuidad de este derecho que hasta ahora se le niega a las mujeres en medio mundo. Fue muy emocionante ver la capacidad de movilización de nuestras hermanas del otro lado del Atlántico. Me quedé con la copla que cantaban en la vigilia verde de la noche de larga espera que transcurrió entre el miércoles 13 y el jueves 14: ¡Al frío se lo combate con la suma de fueguitos.

A la intemperie, con carpas. Al cansancio, con entusiasmo. Al silencio, con visibilización. Al aborto clandestino, con aborto legal, seguro y gratuito! Eran decenas de miles de mujeres de todas las edades y de todas partes del país, que se unieron en torno a banderas verdes: una marea verde contra una tremenda injusticia, que hoy se ve compensada por la aprobación por el Congreso argentino de una nueva legislación garantista y justa. Aunque el nuevo texto aún tiene que pasar por el Senado, lo más difícil, ya fue. Y el caso es que Argentina, no es, ni mucho menos, un caso aislado. Veintidos millones de abortos inseguros al año en el mundo generan 47.000 muertas y 5.000 quedan con secuelas de discapacidad.
Las cifras no son de una organización feminista ni están sesgadas por esa mirada. Son el dato objetivo que aporta la Organización Mundial de la Salud que lo considera cuestión vinculada a la salud pública y a los derechos humanos. En su informe“Aborto sin riesgos: guía técnica y de políticas para sistemas de salud”, ratifica lo que constituye el centro de la argumentación de las mujeres argentinas que se han movilizado en una marea verde para revisar la legislación del país. Así lo afirma cuando dice que “casi cada una de estas muertes y discapacidades podría haberse evitado a través de la educación sexual, la planificación familiar y el acceso al aborto inducido en forma legal y sin riesgos”.

Al echar una mirada sobre el mapamundi de la legislación sobre los abortos entendidos como interrupción voluntaria del embarazo, varias cosas llaman mi atención.

La legislación sobre el aborto tiene dos hemisferios que se corresponden con los planetarios. En el norte, más desarrrollado, se legaliza. En el Sur, en vías de desarrollo o con pobreza estructural, se prohibe.
En Europa hay excepciones llamativas como Islandia, Reino Unido y Polonia, como aviso de que todos los avances pueden retroceder. En los dos primeros casos, porque se han quedado obsoletas, y en el tercero porque la política es totalmente contraria al aborto. Irlanda ha salido del grupo de los recalcitrantes “anti” con el referéndum del 25 de mayo pasado que marca un hito en la historia del feminismo mundial por darse en un Estado confesional.
La asociación entre países árabes, mayoritariamente musulmanes, y la penalización del aborto no puede hacerse sin más. Túnez y Turquía, son excepciones notables de legislación avanzada.
Sudáfrica es una isla en el resto del continente africano, con la otra excepción de Zambia cuya legislación no es de las más contrarias, equiparable a R.U, o Islandia.
Australia y Nueva Zelanda, que suelen ir parejos en avances sociales y políticos, aquí marcan diferencia porque N. Z. está en una posición más represiva, pese a tener entre sus méritos históricos haber sido el primer país que legisló a favor del sufragio femenino.
Asia ofrece un panorama terrible, con la excepción de China (que daría para otro comentario por su peculiaridad). Pero apenas hay alguna otra que se corresponde con países que pertenecieron a la Unión Soviética. El mapa de la represión nos lleva a Pakistán, Afganistán, Arabia Saudita, Yemen, Omán, Irán, Irak, Egipto, Siria, Myanmar, Thailandia, Laos, Corea del Norte y toda Indonesia (excepto Malasia). Tanto Japón como India tienen legislaciones “intermedias”.
En América Central y el Caribe sólo Cuba y Guyana tienen legislaciones favorables. El resto persiguen abiertamente la interrupción voluntaria del embarazo.
En América del Sur puede verse que gobiernos de izquierda y legislación favorable al aborto no van de la mano. Excepto Uruguay, los otros países de la región que han estado gobernados por gobiernos comprometidos con los Derechos Humanos y con ideologías progresistas, han topado siempre con la piedra de la Iglesia católica como freno y justificación, no en todos con la misma intensidad pero sí con el mismo trasfondo cultural.

Comienzo, por tanto, esta reflexión como la comencé, acudiendo a la OMS: “En prácticamente todos los países desarrollados los abortos sin riesgos se ofrecen en forma legal. En los países donde el aborto inducido legal está sumamente restringido o no está disponible, con frecuencia un aborto sin riesgos se ha vuelto en el privilegio de los ricos, mientras que las mujeres de escasos recursos no tienen otra opción que acudir a proveedores inseguros, que provocan la muerte”. Hay poco más que añadir.

Las Mujeres argentinas han dado una dura batalla para conseguir que se revise la legislación nacional. Estos días, a su paso de la reforma de la ley por el Congreso, saltaban cifras y estadísticas que conmueven al mundo para recordarnos que su lucha es la de cualquier persona comprometida con la igualdad y los derechos humanos en su sentido más amplio, y cuestión primordial de la agenda feminista. La denuncia y la lucha contra la violencia de género tiene en el aborto un escenario institucional que debe hacerse visible y denunciado por las feministas que compartimos un mismo espacio cultural.

En todo el mundo, y singularmente desde Europa, debemos unir nuestra mirada y nuestra voz al servicio de la causa de nuestras hermanas. Somos una.

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