Photo: Wilson Dias/Agência Brasil
Eduardo Cunha, que como presidente de la Cámara de Diputados bloqueó en 2015 la gestión del gobierno de Dilma Rousseff y fue puntal del juicio político iniciado a la ahora ex presidenta de Brasil, fue detenido el miércoles por orden del juez Sergio Moro, a cargo de la investigación de la corrupción en la petrolera estatal Petrobras.
Moro acusa a Cunha de haber recibido jugosísimos sobornos y de lavarlos en Suiza, donde tiene tres cuentas bancarias por 68 millones de dólares junto a su esposa, una ex presentadora televisiva de la cadena Globo. El ex presidente de la Cámara baja habría mediado en la compra por Petrobras de un campo petrolero en Benin.
Cunha integra el PMDB, la misma formación política a la que pertenece el actual presidente, Michel Temer, que el miércoles decidió interrumpir una gira por Japón y regresar a Brasil. En el PMDB, el principal partido del país y que oficia de comodín para alianzas de cualquier signo con tal de participar en los gobiernos, se teme que la detención de este alto dirigente sea el comienzo de una seguidilla de caídas de cuadros altos e intermedios.
“Cunha es un gángster. Esperemos que se comporte como tal, que se acoja a la delación premiada y delate a sus cómplices”, comentó Iván Valente, dirigente del Partido Socialismo y Libertad, que jugó un papel importante en el proceso que terminó con el desafuero de Cunha.
Tiembla también el PSDB, el partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y del actual canciller y ex candidato presidencial José Serra: la constructora Delta estaría negociando con la justicia la divulgación de los nombres de los políticos a los que pagó sobornos a cambio de que sus principales ejecutivos no terminen en la cárcel. En la lista figuran dirigentes de varios partidos, principalmente del Psdb y del Pmdb.
Por otra parte, el 11 de noviembre habría paro general contra la política económica del gobierno, en especial contra la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 241, que congela por 20 años el gasto público, una medida que a esa altura ya habría sido aprobada por el parlamento, y las reformas laboral y educativa que prepara el Ejecutivo. Unas 560 escuelas y liceos están actualmente ocupados en todo el país, según informó la Unión Brasileña de Estudiantes Secundarios.
El martes 18, mientras en San Pablo unas 20 mil personas marchaban contra la política económica del gobierno, en Rio la Policía Militar reprimía con violencia una manifestación organizada por el Frente Brasil Popular con el mismo objetivo.
Analistas brasileños consideraron que en caso de que la Pec 241 sea adoptada el país podría entrar nuevamente en el “mapa del hambre”, según alertó el Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA). “La desnutrición y la subalimentación pueden volver a formar parte de los cuadros críticos del país”, como consecuencia del aumento del desempleo, de la reducción de las inversiones sociales y del financiamiento de la producción de alimentos, y del desmantelamiento de las estructuras montadas para respaldar la producción y el abasto, señaló el Mpa. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial han manifestado su apoyo a las medidas de Temer, a las que calificaron de “valientes”.
Según un análisis divulgado esta semana, si el congelamiento del gasto público se hubiera puesto en función 20 años atrás, hoy los brasileños estarían ganando en promedio menos de 440 reales, la mitad del salario mínimo actual. La economista Fabiola Vieira, coordinadora de estudios del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), que alertó sobre las consecuencias de los recortes sociales sobre la salud de los brasileños, fue llamada al orden por el presidente de la entidad, Ernesto Lozardo, y renunció a su puesto.
Entretanto, continúa la campaña para la segunda vuelta de las elecciones municipales, que tendrá lugar el domingo 30. En Rio, el candidato de derecha a la intendencia, Marcelo Crivela, se ha visto en apuros para explicar los conceptos colonialistas y homofóbicos que expresó en “Evangelizando a África”, un libro que publicó en 2002. “Era muy joven”, dijo Crivela, que por entonces era obispo misionero de la Iglesia Universal del Reino de Dios y tenía… ¡42 años!
Hoy el candidato recorre los barrios pobres cariocas prometiendo el oro y el moro a gente por la que manifestó su más profundo desprecio años atrás. Crivela cuenta con el apoyo del diputado más votado en las últimas legislativas, el también carioca Jair Bolsonaro, un nostálgico del régimen militar que ha llamado héroe al recientemente fallecido coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, jefe de la policía secreta de San Pablo durante la dictadura y acusado de la desaparición y muerte de al menos 60 personas en aquellos años.