Las feministas y el sentido de las marchas en Brasil

Rita Freire
Si existe una pauta feminista que determina las diferentes agendas de la lucha de las mujeres en Brasil es el derecho sobre el propio cuerpo. En concreto, esa pauta se traduce hoy día en la lucha por la despenalización del aborto, contra el Estatuto do Nascituro y contra la cura gay. En términos generales, está asociada con otras luchas para que ese derecho sea comprendido por la sociedad, como la lucha por la educación, para que sea asegurado en el derecho a la salud, protegido en la vivienda y la movilidad, promovido en la cultura, visibilizado en los medios siendo un derecho asociado a la lucha misma por la organización del Estado y de la vida política nacional.

Las pautas generales se hacen más visibles en las manifestaciones que se viven en Brasil, pero no las cuestiones de fondo que son el verdadero motor. El derecho sobre el propio cuerpo implica un enfrentamiento profundo con los fundamentalismos. No se trata sólo de una lucha individual de la mujer, que se ve ante elecciones relacionadas con el embarazo y a la sexualidad y, como individuo frágil, abandonada por el colectivo. El cuerpo femenino es apropiado como fundamento por la iglesia, que sacraliza la maternidad como condición que somete a la mujer y no como una elección que le confiere poder. Es apropiado por el Estado, que criminaliza las decisiones y le quita derechos a la mujer sobre su cuerpo. Es apropiado por el capital y por los medios de comunicación, que lo mercantilizan. Y por la sociedad, que discrimina comportamientos, impone patrones y papeles y admite su control a través de la violencia social y doméstica.

Las mujeres están presentes en las marchas impulsadas por la defensa legítima de una nueva cultura política en Brasil, de una participación popular directa en las decisiones, que es una reivindicación feminista por excelencia. Ese espacio en la política que la juventud reivindica, es también reivindicado por las mujeres con un énfasis histórico, por eso son protagonistas de las movilizaciones. Es preocupante que los medios de comunicación de masas hayan buscado y reforzado en el movimiento de la calle los estandartes más aceptables al sentido común, como si todo se redujese a una lucha genérica e higienista contra la corrupción. Y que los sectores conservadores se hayan sumado a esta lectura, vislumbrando en las calles un movimiento contra los gobiernos de izquierdas y de cuño preelectoral.

El tono rebajado de la cobertura, que no incide en estas cuestiones de fondo, y el discurso reaccionario que se introdujo en los mensajes de las calles y de las redes sociales no interesan a las mujeres, que hoy cuestionan el sentido de las marchas y buscan apreciar en los mensajes populares aquello libertario y renovador. Las asambleas, debates, reuniones y actos expresan un movimiento politizado que los medios no muestran. La lucha ideológica impregna las manifestaciones analógicas y virtuales, y dentro de ellas se expresa también la sociedad misógina y violenta que descalifica a las mujeres, desde la presidenta de la República hasta las defensoras del derecho sobre el propio cuerpo. Las mujeres marchan con la juventud para cuestionar los temas cristalizados por los grandes poderes económicos, políticos, mediáticos y religiosos. La novedad es que hoy, para mantenerse, esos poderes intentan marchar también.


Foto de Raoni Arraes, Marcha das Vadias – Belém, 29/06/2013

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