MOGADISCIO, jun (IPS) – “Alguna gente cree que el fútbol es una cuestión de vida
o muerte. Le aseguro que es mucho más grave que eso”, dijo una vez el ex entrenador
del equipo inglés de Liverpool Bill Shankly. Una simple declaración que se hizo
realidad este mes en Somalia en el marco de la Copa Mundial de la FIFA.
Hubo una gran demanda de antenas satelitales en Somalia en las semanas previas al
comienzo de torneo de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), el
11 de este mes en Sudáfrica.
Pero organizaciones islamistas, que controlan gran parte del país, declararon que
el campeonato atenta contra el Islam y amenazaron con duras represalias para quienes
lo miren.
“Advertimos a los jóvenes que no se atrevan a mirar los partidos de la Copa Mundial.
Es una pérdida de dinero y de tiempo. No les servirá de nada ni obtendrán ninguna
experiencia de ver locos saltando de arriba a abajo”, dijo el portavoz de Hizbul-Islam,
jeque Mohammad Abdi Aros, a la cadena de radio y televisión británica BBC.
Los fanáticos que tienen la suerte de vivir en el territorio controlado por el gobierno
de transición pueden verlo con relativa seguridad. El cine Dhamuke es uno de los
lugares públicos para ver la Copa Mundial.
Dos personas que miraban un partido en su casa de Mogadiscio fueron asesinadas el
domingo por hombres armados. Además Hizbul-Islam detuvo a 10 personas que veían
Argentina contra Nigeria.
Somalia es un país de fanáticos. Los casi 20 años de guerra civil no impiden que
se siga mirando y jugando al fútbol.
Es común ver jóvenes jugando en zonas desiertas de la capital, mientras hay combates
en otras partes.
“Nada nos impedirá jugar al fútbol”, dijo a IPS el portavoz de la Federación de
Fútbol Somalí, Shafii Mohyadeen.
El estadio de la ciudad está demasiado destruido como para jugar o está ocupado
por alguna de las fuerzas enfrentadas: el gobierno o los islamistas.
“Creo que el juego tiene futuro en Somalia, como en cualquier otro país”, indicó
Mohyadeen. “Cada vez que hay un partido, miles de fanáticos se reúnen para mirarlo”,
añadió.
El equipo somalí Ocean Stars sigue siendo el representante del país en las competencias
internacionales.
La selección nacional de menores de hasta 17 años clasificó para la siguiente fase
del campeonato juvenil africano tras empatar con el equipo de Kenia a mediados de
abril en un controvertido partido en el estadio de Oserian, fuera de Nairobi.
Un mes antes, Somalia le había tres goles contra uno.
“La victoria fue un impulso la moral nacional. Como fanáticos vemos lo que nuestro
equipo puede hacer dando lo mejor de sí”, señaló el fanático Mohammad Yade.
“Esperamos que con el tiempo, Somalia clasifique para un torneo continental, regional
o, incluso, a la Copa Mundial”.
La diáspora conserva el fanatismo. Decenas de clubes de fútbol somalíes en Europa
occidental y América del Norte juegan en torneos de la comunidad de exiliados.
Jugadores como el goleador Cisse Aadan Abshir, quien juega en el equipo noruego
Eidsvold Turn, Ayub Daud, del italiano Juventus, quien está a préstamo en el club
de tercera división Lumezzane, y Liban Abdi, del equipo húngaro Ferencváros, son
tres de los somalíes exiliados que están en ligas profesionales de otros países.
Muchos jugadores de la selección nacional proceden del extranjero, otros de grandes
clubes de Mogadiscio, como Banaadir, y el campeón de la liga, el F.C. Elman.
El fútbol es uno de los frágiles instrumentos empleados para promover la paz en
Somalia. Varios menores soldados fueron convencidos de cambiar armas por balones.
“Nuestra situación es muy difícil, pero creemos que el fútbol puede desempeñar un
papel importante para lograr la paz y la estabilidad”, insistió Mohaydeen, de la
Federación de Fútbol Somalí.
“Nuestra federación se esfuerza por lograr eso. El fútbol está para quedarse, no
sólo como deporte, sino como catalizador de paz y armonía en la sociedad”, añadió.
(FIN/2010)